Para deleitarse: Sunderland, un rincón histórico a orillas del Paraná

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Enclavado en Belgrano 2010, a escasos metros del río Paraná, el Sunderland emerge como un testigo silente de décadas de historia rosarina. Surgió como un modesto bar y almacén para marineros en la década del 30 y, a pesar de los desafíos que la vida le presentó, ha persistido a lo largo de los años como un faro gastronómico en la ciudad.

El Sunderland tuvo sus días de esplendor hasta que un devastador incendio lo arrasó por completo en 1989. La crisis económica de 2001 fue otro golpe contundente que lo llevó a bajar sus persianas. Sin embargo, como el ave Fénix, resurgió de sus cenizas y continuó siendo un lugar de encuentro, marcado por la impronta de su historia y la presencia de figuras destacadas.

El nombre no es casualidad; se remonta al barco del cual descendieron sus primeros propietarios, Severino y José María. Originalmente un establecimiento portuario que ofrecía no solo comida sino también cambio de moneda extranjera, algunas versiones sugieren que incluso disponía de habitaciones para el "placer pago".

Durante décadas, el Sunderland fue mucho más que un simple restaurante. Ha sido el escenario de momentos significativos para la cultura y la sociedad rosarina. Desde acoger a Carlos Gardel hasta convertirse en el espacio donde Roberto Fontanarrosa celebró sus 50 y 60 años, el Sunderland ha sido testigo de innumerables episodios que han marcado a la ciudad.

En diálogo con Cadena 3, Juan Manuel, uno de los encargados, resaltó la importancia del lugar en la vida de los rosarinos: "No solo destaca por su longevidad, sino por marcar un sello, un símbolo de la gastronomía rosarina".

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La apertura del lugar es a las 9 de la mañana y se extiende hasta la 1 de la madrugada, ofreciendo desayunos, platos principales y la oportunidad de animarse a probar algo nuevo.

El Sunderland ha sido testigo del paso de numerosas personalidades, desde artistas reconocidos hasta aquellos que, paso a paso, fueron haciéndose un nombre en la escena local. Juan Manuel destaca la presencia de platos firmados por distintos artistas y personalidades, que adornan las paredes del establecimiento.

Consultado sobre las recomendaciones, el encargado no dudó en sugerir el "caballito de batalla" del lugar: bondiola confitada, entrecot y la manteca de hongos, platos que se han convertido en sellos distintivos del Sunderland. Además, el chef crea diariamente sugerencias para aquellos que buscan algo fuera de la carta principal.

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La ubicación estratégica del Sunderland, a metros del acceso a Avenida Circunvalación, lo convierte en un punto de encuentro ideal para quienes deseen disfrutar de la historia rosarina en un ambiente acogedor y culinariamente excepcional. Con su lema de estar siempre abierto para recibir a nuevos y antiguos clientes, el Sunderland continúa siendo un faro que ilumina la historia y el paladar de Rosario.

Informe de Eugenia Iermoli.

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