El valor de la palabra, garante de realizaciones

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   Editorial de Alberto Lotuf

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Por Alberto Lotuf

Nuestros padres y abuelos vivieron un tiempo donde la palabra era sagrada. Muchos pasaron por este mundo sin firmar un contrato en toda su vida; les bastaba dar y recibir la palabra. Eran años donde un apretón de manos era más que suficiente, un gesto que representaba la hipoteca más segura.

Hoy, observamos que la palabra se vació de contenido. Uno de los sectores más engañados es el de nuestros jubilados. Todos los dirigentes prometen el ansiado 82% móvil y mejorar la cobertura de salud, pero al llegar al poder, la jubilación se erosiona por la inflación o es víctima de salvajes reportes.

El engaño a los jubilados no solo se basa en sus bajos ingresos, sino también en el saqueo al PAMI. Uno de los que más dañó a esa institución fue Víctor Alderete, el gran menemista acusado en 20 causas penales. Su juicio por administración fraudulenta se inició 16 años después de su intervención en el PAMI, entre 1999 y 1997.

Alderete fue condenado a tres años y medio de prisión por fraude al Estado en 2015, pero su defensa pidió que cumpla la pena en su casa por su edad y problemas de salud. El año pasado, 16 causas en su contra prescribieron en Comodoro Py.

En 1950, Adolfo Bioy Casares imaginó una historia donde los jóvenes decidían matar a los ancianos. Su libro, “Diario de la Guerra del Cerdo”, refleja una irónica realidad. Los gobiernos dicen querer lo mejor para los jubilados, pero recortan ingresos y brindan menos cobertura asistencial.

Las idas y vueltas con las fórmulas de actualización jubilatoria son signos de desprecio para quienes trabajaron toda su vida. La hipocresía de algunos sectores se manifiesta al aplaudir leyes que antes criticaban. Ahora, esos mismos diputados se muestran como defensores de nuestros abuelos.

Milei ya recibió las leyes sobre jubilaciones y discapacidad y tiene hasta el 4 de agosto para vetarlas. Cualquiera que no entienda mucho de política se pregunta, ¿no puede pasar el recorte por otro lado? El grito de 'que se vayan todos' en 2002 exigía un recambio, no cuestionaba la política, sino una forma corrupta de hacerla.

Las sociedades modernas necesitan una clase política moderna. Lo triste es que, aunque muchos cambiaron de puesto, la casta sigue viva. Antes de ayer fue el Día de los Abuelos. Si no se acordó, use la excusa del fin de semana para hacer una llamada.

Ellos vivieron un tiempo donde la palabra era sagrada, la que bastó para construir civilizaciones. Basta de engañar a los mayores. El día que comprendamos esto, Argentina será un país distinto, que piensa en quienes trabajaron para hacerlo más grande.

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