La industria del "robo marginal" en Córdoba

Juan Federico

No hay nada sofisticado. Tampoco genera miedo social. Pero sí trae dolores de cabeza en el funcionamiento cotidiano de la sociedad. Se trata del "robo marginal", la modalidad delictiva que emergió en medio de la crisis y que pone de relieve un nuevo mercado clandestino en la ciudad de Córdoba.

Cables, medidores, canillas, placas... Lo que sea. Los delincuentes, muñidos con un pequeño cuchillo de cocina o un alicate, roban de todo. El objetivo: hacerse de bronce o cobre para luego ir a venderlo a lugares donde le pagan unos pocos pesos por kilo. El meta objetivo: engorar un poco los bolsillos flacos para poder comprar unos gramos de droga.

Esta descripción surge a partir del relato de vecinos e investigadores policiales de Córdoba. Una radiografía delictiva que termina por convertirse en un retrato de una porción social de la ciudad que pocas veces sale al descubierto: donde la pobreza se entrecruza con la marginalidad y el delito. Una marginalidad que excede al bolsillo.

En los primeros días de diciembre, en Villa Aspacia, en el oeste de la ciudad de Córdoba, un joven trepó a un transformados y con un cuchillo tipo tramontina intentó cortar los cables. Murió tras una potente explosión eléctrica.

Cadena 3 reconstruyó todo el caso, no sólo el momento fatal. Hijo de una familia de 11 hermanos, el joven que falleció sólo había terminado la primaria. Adicto a la pasta base (el paco), juntaba chatarra para sobrevivir. También, robaba cables para luego quemarlos y obtener el bronce que revendía a menos de mil pesos el kilo.

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En la Policía de Córdoba, a través de las cámaras del 911, vienen advirtiendo desde hace meses cómo ha proliferado esta modalidad delictiva en la ciudad.

El robo de cables impresiona: en parques, en la avenida Circunvalación, en los barrios. Fogatas improvisadas que se realizan a la vista de cualquiera, con el objetivo de reducir los cables robados a bronce.

Luego, está el comprador, el eslabón hasta ahora invisible para la Justicia detrás de este negocio que tantos dolores de cabeza trae: servicios que se caen de un momento a otro y que luego lleva largos días reponer.

Las fuentes consultadas aseguran que en Jefatura ya está tomada la decisión de avanzar más allá de los eslabones más débiles de la cadena. A través de diferentes investigaciones, se intenta determinar quiénes compran el bronce robado.

En los barrios, ya los conocen de memoria. Y cuentan que estos compradores saben perfectamente que lo que les llega es robado, por lo que les pagan a los ladrones un precio más bajo que el que se obtiene en el mercado legal de este tipo de materiales.

Pero los cables no son el único botín. En las últimas semanas, se ha detectado un incremento más que importante en cuanto a la sustracción de los medidores de agua domiciliarios.

La modalidad es simple: los delincuentes levantan la tapa de plástico de la vereda, cortan dos pequeñas mangueras de plástica y toman el medidor. En pocos minutos, puede llevarse todos los medidores de una cuadra.

Vecinos de los barrio Empalme y Ampliación Empalme, en la zona sudeste de la ciudad, denunciaron ante Cadena 3 cómo este delito no da tregua en ese sector.

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Estos robos, silenciosos, recién terminan por ser descubiertos cuando los vecinos escuchan dentro de sus casas cómo un fuerte chorro de agua sacude la vereda. Es que la quita de los medidores genera un inmediato río urbano. "A mí, me hundió la vereda", contó una vecina de Empalme. Entre su cuadra y 100 metros más, contabilizaron siete robos de este tipo en menos de 24 horas.

Esto los ha obligado a comenzar a pensar en estrategias para evitar que les abran las tapas. Pero al mismo tiempo, se topan con el problema de que los contralores necesitan revisarlas. Precintos o hasta pesados objetos encima son algunas de las soluciones provisorias que ya están comenzando a implementar. Otra muestra más de la resignación social ante el delito.

Para los delincuentes, el valor del medidor es ínfimo, ya que sólo les sirve para revender una pequeña boquilla de bronce. Por eso, necesitan de hacerse de varios casi de manera simultánea.

"En cuanto al robo de medidores de agua, hemos notado que a partir de diciembre último hubo un incremento de este tipo de delito, tanto a partir de llamadas al 911 como lo observado con las cámaras y los propios patrulleros. También se mantuvo el robo de cables y disminuyó en comparación al año anterior el robo de las canillas. A raíz del robo de medidores hemos tenido detenciones y el secuestro de estos objetos robados", contó el comisario inspector Martín Barrientos, del servicio 911 de la Policía.

"Nosotros estamos notando que en una cuadra muchas veces hay tres o cuatro medidores sustraídos, ya que el elemento robado no es de gran valor, por lo que los delincuentes se ven obligados a robar varios para intentar hacer alguna diferencia económica", agregó.

En ese sentido, desde la fuerza se ha detectado que en medio del calor del verano, el horario predilecto de los abonados al "robo marginal" es durante la madrugada o a la siesta, cuando la gente está durmiendo o encerrada en su casa, por lo que el tránsito es escaso en relación al resto del día.

El jefe policial advirtió que ahora disminuyó el robo de las canillas, una modalidad que tuvo su auge meses atrás. ¿Qué pasó? Cansados de sufrir estas sustracciones, sobre todo en los jardines delanteros de las viviendas, los vecinos comenzaron a suplantar las canillas tradicionales por picos de plástico, que no tienen valor de reventa.

Pero esto no es todo. También se han detectado muchos casos de robos de cables de fibra óptica, lo que genera un gran dolor de cabeza para las empresas prestatarias de los servicios de telefonía e internet. Sucede que este tipo de cables no lleva bronce, por lo que el valor de reventa para los ladrones es nulo. "Lo roban por ignorancia pura. Después cuando los queman se dan cuenta de que nos les servía", indicó un investigador policial.