Tres hermanos separados se reencuentran tras 44 años de secretos y dudas

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La historia de Carolina Sangiorgi, Carina Rosavik y Juan Carlos Piñero es de esas que estremecen el alma. Tres hermanos, separados al nacer en circunstancias marcadas por el silencio y la irregularidad, se reencontraron tras 44 años de vidas paralelas, tejidas por el anhelo de verdad y el poder del destino. 

Hoy, desde Mar del Plata, Córdoba y Ezeiza, sus voces resuenan con emoción al compartir un relato que es tan desgarrador como esperanzador.

Todo comenzó en agosto de 2022, cuando Carolina, de 46 años, recibió un mensaje en Facebook que cambiaría su vida. “Tenían información sobre mi legajo”, contó desde Mar del Plata. Adoptada en San Cayetano, provincia de Buenos Aires, siempre supo que sus padres de crianza no eran los biológicos. 

“Me criaron con amor y verdad, me contaron que vine de la Casa Cuna de La Plata. Nunca sentí la necesidad de buscar, hasta que mi marido me animó a acercarme a Abuelas de Plaza de Mayo”. Ese paso, impulsado por la intuición de su esposo, la llevó a descubrir que tenía una hermana de sangre, Carina, viviendo en Córdoba.

Para Carina, de 48 años, el reencuentro fue “mágico”. A diferencia de Carolina, su vida estuvo marcada por la mentira. Adoptada irregularmente, se enteró a los 23 años de su verdadera historia, cuando sus padres de crianza ya habían fallecido. “Viví en la mentira, con pactos de silencio. No tenía datos, solo el ADN que dejé en Abuelas en 1999”, relató. 

Una semana antes de encontrar a Carolina, Carina, agotada tras años de búsqueda sin frutos, había dado una charla en Córdoba con su grupo “Nosotros Busca de Identidad Biológica”, declarando que abandonaba la esperanza. Pero el destino tenía otros planes: el ADN reveló que Carolina era su hermana, 100% de padre y madre.

El abrazo entre las hermanas marcó el inicio de una unión inseparable. “Desde que nos encontramos, no nos separamos más”, afirmó Carina, quien junto a Carolina ha recorrido Bariloche y compartido momentos que compensan los años perdidos. Pero la historia no terminó ahí. En marzo de 2025, un tercer hermano, Juan Carlos, “Carlitos”, de 45 años, entró en escena, completando un trío que nunca imaginó existir.

La vida de Carlitos, desde Ezeiza, fue distinta. Criado en una familia que describe como “normal, pero sin la cercanía de las películas”, su mundo se tambaleó cuando, al casarse, descubrió tres partidas de nacimiento a su nombre. “No le di importancia al principio, no tenía a quién preguntarle. Mis padres de crianza ya no estaban”, explicó. 

Fue su esposa quien, en 2021, insistió en buscar respuestas. Tras un ADN en Abuelas y meses de espera, un mail inesperado lo sacudió todo. “No miro los mails, soy un desastre. Pero justo ese día revisé y ahí estaba: querían hablar conmigo urgente”. El lunes siguiente, una llamada confirmó que tenía dos hermanas, Carolina y Carina, con un 99,9% de compatibilidad genética.

“Me quedé paralizado, no entendía nada. Dolor de cabeza todo el día”, confesó Carlitos, riendo. La conexión con sus hermanas fue instantánea. “Me mandaron un mensaje en cinco segundos, son re cargosas”, bromeó, mientras Carolina y Carina lo tildan de “tóxico”. La química entre los tres es innegable. Hace un mes y medio, Carlitos viajó a Mar del Plata para sorprender a Carina, en un encuentro orquestado por Carolina y su hija, cómplice en abrir la puerta al “tío”. “Fue increíble, no queríamos soltarnos”, recordó Carolina.

Los tres hermanos, nacidos en circunstancias aún inciertas, comparten más que la sangre. “Carina y Carlitos se parecen mucho a mí, son como mellizos”, dice Carolina, riendo. Con 48, 46 y 45 años, respectivamente, los tres están decididos a recuperar el tiempo perdido. “Ahora somos inseparables. Peleamos, nos reímos, como cualquier familia”, agregó Carlitos, quien ya se proclama “el mimado” del trío.

Entrevista de Viva la Radio 

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