En menos de 20 años, los Argento pasaron de clase media a ser pobres

Guillermo López

La sitcom más exitosa de los últimos años en la televisión es también un reflejo del derrumbe de los ingresos de los hogares argentinos.

El primer capítulo fue emitido en abril de 2005 y la historia muestra las vivencias de una familia de clase media-baja.

Pepe Argento (Guillermo Francella) es empleado de una zapatería de una galería comercial y vive junto a su esposa, Moni (Florencia Peña), ama de casa, y sus dos hijos adolescentes: Paola y Coqui (Luisana y Darío Lopilato).

El único ingreso de ese hogar es el de Pepe, quien según el gremio de empleados de comercio hoy ganaría alrededor de 190 mil pesos mensuales de salario más un bono de 12.500 pesos.

Es casi un 15% por debajo de la Canasta Básica Total, que de acuerdo a estimaciones privadas para este mes ronda los 233 mil pesos.

Es decir, el dinero que ingresa al hogar de los Argento no le es suficiente para mantenerse en la clase media. Hoy Pepe, Moni y sus dos hijos serían pobres.

Por fortuna, los Argento son propietarios de su vivienda, según la serie ubicada en el barrio Bajo Flores de Buenos Aires, y el límite para volver a ascender de nivel socioeconómico no está lejos.

Si tuviesen que alquilar, deberían sumar ingresos por más de 335 mil pesos mensuales.

Guillermo Olivetto, especialista en consumo y tendencias sociales, escribe hoy en La Nación que la clase media argentina pelea día a día para no dejar ese lugar. 

“La clase media –resalta- es una gran construcción simbólica, un lugar de llegada y de pertenencia. Una fuente de identidad, una aspiración. La clase media es, sobre todo, una historia”. La historia de los Argento es también la de muchas familias de nuestro país.