La increíble historia sobre el destino de los guantes que usó "Dibu" en la final

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   Cadena 3 Rosario

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Los guantes con los que el arquero Emiliano "Dibu" Martínez atajó los penales que consagraron a la Argentina campeona del Mundial de Fútbol en Qatar fueron subastados a principios de marzo por 45.000 dólares, pero en los últimos días se conoció una historia increíble sobre el destino de ese preciado tesoro de la final del mundo.

El ganador de la subasta, que actuó en calidad de anónimo, adquirió los guantes y el monto fue destinado a beneficio de la sala de Oncología del hospital pediátrico Juan Garrahan. Pero en los últimos días, en ciudad de Santa Fe, el titular de una tienda de arqueros fue protagonista de una historia increíble.

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“Entró un cliente a la mañana haciéndome una consulta, cómo resguardar los guantes porque los quería enmarcar, se los habían regalado y era un recuerdo. Charlando le digo no sabe si es un guante modelo nuevo o modelo viejo. En el negocio le señalo un guante y otro, y en la pared de atrás tenemos un póster de ‘Dibu’ con una de sus atajadas, y se corre para el costado me señala y me dice son esos. ‘Ah, son los modelos nuevos’, le digo. ‘No, me dice, son esos, los de la final”, contó Hernán Bar, el dueño del local junto a su hermano, a Rodrigo Ipolitti en Viva la Radio por Cadena 3 Rosario.

Incredulidad. “Te imaginas nosotros, súper futboleros, y encima nos dedicamos a arqueros, se me puso la piel de gallina, y me dice ‘soy el ganador de la subasta’. Seguimos charlando un ratito más, me pasa la foto a ver como quedaron en su casa, el cuadro, todo. No sé si porque estaba solo o le di confianza, me pregunta si los quería ver”.

Ver para creer. “Sale afuera y los busca en el auto: eran los guantes de la final, tenían la firma, la marca del pasto, en un cintillo nombre de los hijos, en el otro el apellido Martínez. Le pregunté si podía sacar una foto y me dice sacale tranquilo. Y ahí saco la foto que recorre todos lados con el mural atrás, arriba de la mesa nuestra”.

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Manos de campeón. “Y como última cosa le pido que me los deje probar. Y me dice: ‘Mirá, ni mi hija se los probó, pero probatelo’. En ese momento, me sentí como cualquier nene que va al colegio, un chico más, y al día de hoy no caigo, se me pone la piel de gallina”.

Viralización. “Le pregunté si me autorizaba para subir a las redes la foto, me dijo que sí, pero que no ponga su nombre. El sábado a la noche lo público y en uno o dos días exploto todo, de todos lados me llamaron. Lo tomamos como un mimo al trabajo que hacemos”.

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