El "Partido Único" de Llaryora: un ministerio no se le niega a nadie

Adrián Simioni

Martín Llaryora, el gobernador inminente de Córdoba, parece estar remando contra la corriente. Y a toda velocidad. Algunos gobernadores colegas suyos empezaron a prepararse para la posibilidad de que, con Milei presidente, se les acabe la plata dulce de la emisión.

Por eso el tucumano Osvaldo Jaldo anunció que recortará el gasto en 220 mil millones de pesos, cancelará contratos y cerrará ministerios y secretarías después de autodenunciarse por el festival de designaciones que hubo en los años en su provincia. Y el sanjuanino entrante, Marcelo Orrego, anunció la fusión de ministerios. Son varios los que van poniendo la barba en remojo. Nadie quiere saltar por los aires.

En Córdoba, no. Llaryora –que ya tiene a todos los empleados estatales atados automáticamente a la inflación- encima se va a clavar un organigrama con nada menos que 30 ministerios y agencias. Muchas superpuestas. 

Por ejemplo, hay Ministerio de Desarrollo Humano, Ministerio de Desarrollo Social, Ministerio de la Mujer, Ministerio de Cooperativas y Mutuales y Ministerio de Economía Familiar. ¿No será mucho? ¿Si a los ciudadanos los atiende de a uno intervendrá el ministro de Desarrollo Humano y si es de a dos será el Social? 

Si uno es varón y el otro es mujer ¿Quién interviene? Si los dos quieren asociarse ¿intervendrá el ministro de Cooperativas? Pero, si son primos, ¿actuará el Ministerio de Economía Familiar? Llaryora va a crear una nueva agencia, la Córdoba Agro, pero manteniendo el Ministerio de Agricultura.

Llaryora no está poniendo en peligro la salud financiera y fiscal de Córdoba porque sí. El gobernador inminente confunde terminar con la grieta con cooptar a todas las líneas internas del peronismo y a la oposición. Así ha presentado la cuestión en estos días. 

Claro: para comprar a tantos políticos necesita cargos para ofrecer. Para eso es la multiplicación absurda de la burocracia. Pone al kirchnerista de Villa María, Martín Gill, de ministro de Cooperativas. Y al macrista de Villa María, Darío Capitani, en la Agencia de Turismo. Listo. El PacMan ya se quedó con todo el arco de Villa María. Y así. 

Hay lugar para todos: representantes de las corporaciones privadas del agro, la industria, la salud, políticos radicales, progres de pelaje incierto, delasotistas, schiarettistas. Que no quede nadie afuera. 

Así se consigue, por ejemplo, hachar las atribuciones del Tribunal de Cuentas y copar su estructura con concursos de último momento para llenarlo de fieles sin que nadie ponga el grito en el cielo. Todos muditos. Al único que le falta alquilar es a Luis Juez, un par de intendentes y algún otro político que resiste con orgullo en el llano.

Es el sueño del Partido Único de Llaryora, pagado eso sí con los recursos de todos. A pesar de lo que dijo Hacemos por Córdoba en la campaña, Córdoba no pudo haber elegido un gobernador más distinto que Schiaretti, que nunca exhibió ambiciones tan abarcadoras -por no anticiparnos y decir totalitarias- y que nunca puso en riesgo las finanzas públicas, ampliando sin sentido la burocracia estatal para tener a todo el coro de políticos dando saltitos de alegría a su alrededor.