Al final, la peor "cautelar express" es la de Cristina

Adrián Simioni

Cuando era presidenta y alguien acudía a la Justicia para cuestionar sus decisiones, Cristina Fernández montaba en cólera. En el atril vomitaba rayos y víboras contra lo que ella llamaba la "Argentina cautelar", el "forum shopping" (la elección de jueces amigos para meter una demanda) y la "justicia delivery o justicia express". "Una cautelar y un vaso de agua no se le niegan a nadie", dijo una de esas veces, envenenada de bronca.

Bueno: ayer, Cristina hizo todo eso junto, pero a un extremo al que nunca se había llegado.

La cuestión es sobre el Consejo de la Magistratura, el órgano que elige y controla a los jueces. Como sabe, regía desde 2006 una ley impulsada por Cristina que cambió la forma de integrar el Consejo, facilitándole una mayoría al kirchnerismo en ese órgano. En diciembre la Corte Suprema dijo que esa ley era inconstitucional y le dio plazo al Congreso para que dictara una nueva ley antes de este viernes. Si no, debe volver a regir la ley anterior a 2006. El Congreso se demoró y no va a llegar a la nueva ley. Como va a volver a regir la otra, los 13 miembros actuales del Consejo tienen que pasar a ser 20. Los académicos, los jueces y los abogados ya eligieron a sus nuevos representantes. Y falta que Cristina elija a un senador y Massa a un diputado para sumarlos. Pero Cristina ordenó boicotear el nuevo Consejo.

Entonces mandó a un diputado entrerriano ultraK, Marcelo Casaretto a meter una cautelar (la "Argentina cautelar") en un juzgado dependiente (un "forum shopping" clásico: es un juez entrerriano cuyo pliego para ascender a camarista debe ser aprobado por Cristina) para conseguir un "fallo delivery". Y Casaretto lo consiguió.

El juez Daniel Alonso dictó una cautelar que rompe todos los récords, porque le "prohíbe" al Congreso designar al senador y al diputado que Cristina no quiere designar. Y, con eso, una cautelar de un juez inferior ordena incumplir un fallo nada menos que de la Corte Suprema.

Una cautelar es una medida preventiva y temporal que uno puede pedir a un juez para mantener sin cambios una situación hasta que un tribunal dicte una sentencia sobre el fondo de una cuestión.

Pero acá no sólo la sentencia de fondo ya existe, sino que la dictó nada menos que la Corte. No hay apelación posible ¿Qué sentencia va a esperar Casaretto si no hay apelación posible a un fallo de la Corte? ¿Espera una sentencia de algún dios? Supongamos que esta causa hace todo su recorrido hasta llegar a la Corte: ¿La Corte va a fallar en contra de sí misma? Es absurdo.

Cristina acaba de hacer lo que tanto criticó, pero con un grado de irracionalidad jurídica al que nunca nadie se animó, dejando en un limbo al órgano que regula nada menos que a la Justicia y generando, sin ton ni son, un nuevo conflicto de poderes en un país al que no le caben más conflictos.