Robert Prevost, primer papa estadounidense en la historia de la Iglesia Católica

Robert Prevost fue elegido como el nuevo papa, convirtiéndose en el primer estadounidense en ocupar esta histórica posición en 2000 años de la Iglesia Católica según la agencia Associated Press. A los 69 años, Prevost dedicó la mayor parte de su vida religiosa al servicio en Perú, donde se destacó como líder entre los fieles. Su compromiso con las causas sociales, especialmente con los más necesitados, resuena con los principios de su antecesor, el papa Francisco, quien lo llevó al Vaticano en 2023 para liderar la oficina encargada de las nominaciones de obispos a nivel global.

Una anécdota reveladora menciona que luego de recibir el birrete rojo, Prevost expresó su nostalgia por el escaso tiempo libre, compartiendo que era un ferviente amante del tenis, un deporte que no ha podido practicar adecuadamente por sus nuevas responsabilidades. Nacido en Chicago y poseedor de la ciudadanía peruana, Prevost habla español con fluidez, algo que demostró en su discurso inaugural.

Sus partidarios consideran que el cardenal agustiniano representa una alternativa moderada y equilibrada entre las distintas corrientes dentro de la Iglesia, capaz de navegar entre los puntos de vista progresistas y conservadores, que históricamente han generado divisiones. Prevost se alinea con muchos de los ideales promovidos por Francisco y, como ex prior general de los Agustinianos, posee una sólida trayectoria en la administración eclesial como obispo de Chiclayo.

De acuerdo con un análisis del diario argentino La Nación, Prevost comparte con su predecesor un fuerte compromiso hacia los pobres y hacia quienes buscan nuevas oportunidades como migrantes. Refiriéndose a su labor como obispo, Prevost enfatizó la necesidad de cercanía y humildad en el ministerio, reflexionando sobre el rol del obispo como alguien que debe estar verdaderamente al servicio de la comunidad. “El obispo no debe ser un principito sentado en su reino. Está llamado auténticamente a ser humilde”, comentó en declaraciones pasadas.

Bergoglio también lo nombró presidente de la Pontificia Comisión para América Latina debido a su comprensible visión sobre la realidad de la región. Según Reunión Digital, Prevost podría convertirse en un contrapeso ante las posturas más estrictas del presidente estadounidense Donald Trump, quien mantuvo diferencias notables con el papa Francisco en el pasado.

Es importante señalar que la opción predilecta de Trump para suceder a Francisco era el cardenal Timothy Dolan, arzobispo de Nueva York y considerado un referente del conservadurismo dentro de la Iglesia estadounidense, lo que potencialmente podría haber exacerbado aún más las fricciones existentes en la institución.

Prevost, consciente de que aún queda mucho trabajo por realizar en la transformación de la Iglesia, comentó que “no podemos parar, no podemos retroceder”. En entrevista con Vatican News, subrayó la importancia de interpretar adecuadamente lo que el Espíritu Santo desea para la Iglesia en el presente y el futuro, considerando que la realidad ha cambiado desde hace décadas.

La relación de Prevost con Francisco se remonta a sus días como arzobispo en Buenos Aires, donde las visitas de Prevost a sus hermanos en la orden permitieron establecer encuentros y conversaciones fructíferas. Nació en Chicago el 14 de septiembre de 1955 y creció en Dolton, un suburbio de la ciudad. Después de recibir su título en Ciencias Matemáticas en la Universidad Villanova, Prevost se especializó en Derecho Canónico en el Colegio Pontificio de Santo Tomás de Aquino en Roma, donde logró culminar su doctorado con honores.

Aparte de su dominio del español y el inglés, Prevost también habla italiano y portugués, y posee conocimientos de latín y alemán. Se unió a la Orden de San Agustín en 1977, fue ordenado sacerdote en 1982 y llegó a Perú en 1985. A lo largo de su carrera, se desempeñó en diferentes funciones en los Estados Unidos, pero siempre mantuvo un vínculo estrecho con Perú. Aunque enfrentó acusaciones por presunto encubrimiento de abusos sexuales, fue defendido enérgicamente por la diócesis de Chiclayo.

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