Cristina y después

Julio Perotti

Fue más fuerte la consecuencia política que la condena, ella misma había dado por hecha. Después del fallo, Cristina aseguró que no va a ser candidata a nada.

Dio a entender que va a ser su tributo para no cargarle al peronismo un flanco de debilidad porque la van a colocar a ella como blanco de campaña.

Ahora bien, si cumple y se corre al costado, ¿por qué tanto histrionismo y tanta furia para mantenerse en el centro de la escena? Porque recordemos que dijo que la quieren “fuera” o “muerta”.

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Está claro que ella hace lo que nadie más: dispara un rayo cristinizador para entronizarse en el liderazgo del peronismo y se llevarse puestos a todos los que se le opongan. Repetirá una y otra vez que la quieren proscribir, que la quieren borrar del mapa, pero no se irá a su casa.

Por eso, otra duda: ¿es definitiva la negativa a ser candidata?

En política, por principio, nadie dice nunca.

Y si alguien lo dice, no hay que creerle.

Pero si no es ella, ¿quién?

Esto abre un abanico de posibilidades.

Aunque para afuera los gobernadores peronistas denuncian que a Cristina la quieren proscribir, se sabe que algunos de ellos, por las dudas, están observando a Sergio Massa.

La cuestión aquí es saber si Massa va a poder domar la economía para ser un candidato competitivo. Nadie se imagina que pueda salir a hacer campaña con un 100 por ciento de inflación anual.

Más aún, parece difícil que La Cámpora –o lo que es lo mismo, Cristina– banquen ciegamente a Massa.

El que más preocupado está es Axel Kiciloff, porque teme que en lugar de competir por la Gobernación, donde puede estar más cómodo, le toque ser el candidato presidencial.

Y el tercero, Alberto Fernández, ¿qué hará? En los últimos días está más cristinizado que nunca. Sus gestos de sumisión lo llevaron incluso a la cadena nacional en la que habló de ese supuesto viaje al sur que, después del fallo, Cristina usó como argumento central para defenderse.

Por fuera de ellos, ¿el peronismo tiene algún candidato convocante, algún tapado?

Si lo hay, va a tener que jugar fuerte en la provincia de Buenos Aires, donde está claro que el cristinismo-camporismo se va a refugiar para preservarse. De hecho, así se lo ordenó anoche mismo al núcleo duro de su tropa en esta provincia: salir a militar para “salvar a la patria”, lo que debería leerse como salvarse ellos mismos.

Antes de las definiciones finales y mientras espera otras causas que la tienen como imputada, Cristina va a echar más nafta al incendio que desató y que, como en 2008 con la ley de medios, tendrá a los medios bajo fuego.