Las voces de la información, una especialidad de la radio

Gabriel Rodríguez

Las gargantas de Jorge Roca, Luis Luque, José Luis Marchini, Rubén Torri, Osvaldo Wehbe, Humberto de Nápoli, Nelson Rivera, Fabián Torres, Bocha Houriet, Miguel Ángel Juan, Luis Alberto Mino, Walter Saavedra y los uruguayos José Gabriel Carbajal, José María Mansilla, Eduardo Vera, Jorge García Bachi y las de muchos otros, fueron las dueñas de las emociones de cada fin de semana, de aquellos sábados y domingos en los que el fútbol se jugaba solamente en dos días. Y prestidigitadores de los estados de ánimo futboleros de miles de cordobeses, que en cada rincón de la ciudad y de la provincia aprendieron a querer sus colores y sus equipos a través de los hilos invisibles de las radios. Pero sería injusto limitar el reconocimiento sólo a los relatores y también a los comentaristas del fútbol.

Otras voces resonaron a lo largo de los últimos 40 años, que fueron imbatibles en la tarea de hacer estudios centrales de las transmisiones. Reprodujeron dentro de esas frías cuatro paredes de un estudio, las vibraciones de los estadios con sus datos e informaciones.

La central informativa es la otra pata trascendente en una transmisión. Hoy en Daniel Basterra y quien les habla en Cadena 3; y Ariel Sarboraria en Suquía como los más estables, seguimos en alguna medida aquel camino que entre fines de los ’70 y comienzo de los ’80 iniciaron otros.

Daniel Garziera y Julio González en la vieja LV3 Radio Córdoba; Ariel Mansilla y Osvaldo Moreno en LV2 Radio General Paz hicieron de la central informativa una profesión. Y con todas las diferencias del caso porque hoy en un estudio para sacar información hay internet, computadoras, celulares y televisores. Y hace más de 40 años y hasta entrando los ‘90 había sólo dos cosas para apoyarse: la teletipo con lo que llegaba desde la agencia de noticias Télam y una radio Tonomac gigante a pilas, conectada a una antena en el techo de la emisora para agarrar las transmisiones de Rivadavia o Mitre porque ahí estaban los "maestros" de la estadística: Juan José Lujambio, Roberto Ayala, Raúl Fernández y Roberto Rinaldi.

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Desde estudios centrales transmitían la emoción de un gol sin estar en la cancha, porque tenían una capacidad informativa muy especial que los hicieron periodistas completos que escuchábamos nosotros desde chicos y hasta con algunos hemos trabajado después. Son tipos con una trayectoria impresionante en los medios y fueron claves para todos.

A Garziera, periodista de la LV3 que funcionaba en el 1210 KHz del dial y tenía sus estudios en el cuarto piso de la Avenida Colón 119, le marcó una época trabajar con quienes lo hizo. "Tuve la suerte de trabajar con grandes profesionales de Córdoba y muchos de ellos también lo fueron del país. Aprendí de todos ellos porque tenían estilos distintos: Torri, Marchini, Carbajal, Vera, Luis Luque, Papi Moreno, Sprinter en el automovilismo. Todos me brindaron su confianza y me gustaba tener la mayor información posible de todos".

González acusa una privilegiada memoria y fue compañero de Garziera, agarrando la llamada transición de LV3 a Cadena 3. "Integré desde 1984 a 1992 el equipo de Mesa Deportiva en lo que hoy es Cadena 3 y que manejaba José Luis Marchini y con Pedro Bernardini, Molina Salas, Trento, Torri, Lopresti y Garziera en estudios".

En la LV2 de Avenida Maipú primero y de calle 25 de Mayo 424 luego, Mansilla integró el equipo de Sucesos Deportivos con Víctor Brizuela, recuerda a los técnicos de la radio y se define como alumno de otro prócer de la estadística como Osvaldo Moreno. "Fui un alumno de Osvaldo Moreno, trabajé también con Williams Alem… me daban una pequeña participación y se aprendía mucho".

Y Moreno, un poco más escueto en las respuestas pero contundente, al rememorar a Alfredo Brizuela, remarca que fue titánica esa tarea en su tiempo pero que con ganas y sapiencia se sacaba adelante. "Trabajé con Hugo Astrada, Alfredo Brizuela, Mansilla en LV2. Entre los ’70 y ’90 fue difícil preparar todo con casi nada de tecnología pero salió, había que poner voluntad".

Está claro que la especialidad es la estadística, que servía y sirve para completar los relatos deportivos, no sólo de fútbol, y en los cuatro ayudados por una voz cordial, clara y con ritmo radial que apoyaba la recepción de sus importantes aportes. "Desde chico me gustaban los números y con trabajo y sacrificio fui encontrando y armando las historias, por ejemplo de los mundiales".

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Ariel Mansilla agradece a sus "inventores" en el periodismo, habla de convicción también para realizar la tarea y sobre el final de su relato aparece quien tiempo después fuera bautizado como "la computadora del fútbol". “Me tocó la suerte de entrar gracias a los hermanos Juan y Roberto Rodríguez Brizuela. Recuerdo que los domingos arrancábamos a las 13 y nos íbamos a las 9 de la noche con Víctor Brizuela. Un día se fue Moreno de la radio y quedó sólo y apareció de a poco un jovencito y flaquito que venía de La Pampa a mirar y conversar. Ese era Daniel Basterra".

Moreno conoció a Lujambio y Ayala, se acuerda de que su relación estrecha no era con Brizuela y por supuesto, habla de que para hacer esto había que estar convencido. “Conocí a Lujambio, a Ayala… Brizuela te daba sugerencias pero no se metía. Además yo tenía contacto más estrecho con Rodríguez Brizuela y Alfredo Brizuela”.

Otro que conoció a Lujambio, el primero que graficó al River – Boca como superclásico y para muchos el mejor, es Garziera y así lo recuerda. “Era el mejor de los que hacían este trabajo. Me brindó su amistad y mucho material”.

Entre LV2 y LV3 la competencia era total, sobre todo a la hora del fútbol. ¿Se escuchaban entre ellos para sacar información, para saber quién dijo primero tal cosa o simplemente por curiosidad? “Escuchábamos las radios de Buenos Aires que tenían periodistas en todos los estadios. Dependíamos de la agencia Télam que llegaba con los resultados mucho después… con el respeto de los demás, yo no escuchaba a la competencia”.

González aplicó en una oreja el auricular con la transmisión central de la radio, en la otra, otro auricular con alguna radio de Buenos Aires. “Nos nutríamos de las radios de Buenos Aires y de la información que se generaba en la teletipos del servicio informativa, con un auricular recibiendo la transmisión y otro para escuchar Buenos Aires”.

Mansilla dice que ni soñaba con la tecnología de hoy, ni siquiera con un televisor en el estudio. “No había ni televisor en el estudio. Si escuchábamos las radios de Buenos Aires con una Tonomac grande y un cable de 40 metros para conectar lo que recibíamos”.

Si hay algo que puede diferenciar a los informativistas es precisamente el llamado a la información, el llamado de un gol que por supuesto también cambió con el paso de los años. Porque los cuatro anunciaban un tanto, que si no lo hacían, nadie sabía, porque los partidos no se televisaban y cuando comenzaron a hacerse, no eran todos. A su manera debían ponerse contentos al gritar un gol porque también imaginaban cómo la gente celebraba esa noticia.

¿Cómo era el llamado de un gol Garziera? “Se me ocurrió que sería cambiar el sonido por algo hablado… ¡Hay gooolllll!”.

¿Y Julito González siguió aquel legado de Garziera? “Actualizaba lo que sucedía con este llamado: ‘¡Hay gooolll!’, decía yo. El relator preguntaba ‘¿De quièn?’ y de repente estabas terminando y había otro y ahí surgía ‘¡Y tengo otro gooolll’”.

En el caso de LV2, tanto Mansilla como Moreno utilizaban unos aparatitos que hacían un sonido que a veces se escuchaba por interna en la cancha para que el relator de el pase y a veces no. Pero cambiaron al grito “Gol de…”. “Basterra me tocaba, nos mirábamos, él veía mi cara, le leía los labios y si era de River como soy hincha gritaba ‘¡Gol Rrrrriverrrr! Y si era de Boca el llamado era ‘¡Gol de Boca!’”.

“Entre los ’70 y ’80: ¡Gol de Independiente, Ricardo Enrique Bochini de penal. Independiente le está ganando a Estudiantes 1 a 0!”.

Ariel Mansilla, Osvaldo Moreno, Julio González y Daniel Garziera hicieron de la estadística un culto cuando deportes y números no tenían quién los juntase. El más inverosímil resultado internacional estaba en poder de ellos, en épocas en las que conseguirlos era una hazaña de producción y no un simple paseo por Internet. El tesón expuesto en la búsqueda de esos aportes que, en su conjunto, engrandecen una transmisión fue similar a la garra que le pusieron al momento de defender una opinión frente al micrófono. Hoy somos varios los que les debemos la pasión por poner el fútbol en cifras, con la libretita de apuntes abierta, con la seguridad de que el día que la cerremos, otros ya habrán anotado impulsados por el ejemplo que ojalá les dejemos.

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