Pablo Canedo, el pintor que convirtió a Córdoba en un museo a cielo abierto

Hay personas que transforman una ciudad con acciones. Creadores que, más que dejar su producción, dejan una manera distinta de mirar. Pablo Canedo fue uno de ellos. Un hombre que entendió que el arte no podía quedarse encerrado y que Córdoba tenía, en su pulso cotidiano, un museo entero esperando ser revelado.

En Fuera de Foco, este segundo episodio está dedicado a su historia: la de un pintor, dibujante y docente que decidió convertir la calle en una sala infinita.

Merecido homenaje

La Feria de Arte Contemporáneo de Córdoba, el momento más importante del arte local —que se llevó adelante el fin de semana largo de diciembre— le rindió homenaje a Canedo a través del stand de la Agencia Córdoba Cultura. El espacio institucional celebró la trayectoria del artista y político cordobés, fallecido en octubre de este año a los 70 años. Un pretexto más para volver sobre su impronta.

Un referente indiscutible del arte local

Pablo Canedo fue fundamental en la escena cultural cordobesa. Egresado del Colegio Nacional de Monserrat y con título en pintura por la UNC, dedicó su vida al arte: más de 130 exposiciones, participaciones en bienales internacionales y reconocimientos en museos de todo el mundo.

Cuando estudiar arte en la Universidad Nacional de Córdoba era casi un acto de fe, él ya estaba ahí. Fue de los primeros en tomar ese camino, mezclando técnica, intuición y una curiosidad que parecía no agotarse nunca. Pablo pintó, dibujó, enseñó… pero sobre todo, pensó el espacio urbano. Y ese pensamiento es hoy parte de nuestro patrimonio.

Dos acciones que cambiaron la trama cultural y urbana

Si tuviera que elegir sus dos grandes aportes, no dudaría.

1. La Ordenanza de obra de arte en Edificios (Ordenanza 8545). Suena burocrático, pero es revolucionario: estableció la obligatoriedad de exhibir una pieza artística en todos los edificios públicos y privados de Córdoba Capital. Desde ese día, la ciudad dejó de ser sólo otro territorio con museos y empezó a convertirse en un museo descentralizado. Una galería repartida en veredas, pasillos, halls y fachadas, disponible para cualquiera que se permita mirar.

2. La creación de nuevas instituciones culturales. Canedo entendió que una ciudad sin instituciones culturales fuertes es una ciudad sin diálogo. Por eso impulsó espacios que hoy forman parte esencial de la identidad cordobesa: el Museo Superior de Bellas Artes Evita - Palacio Ferreyra, el Nuevo Caraffa, el Centro Cultural Córdoba, el Dionisi (especializado en Fotografía), el de Ciencias Naturales, el de las Mujeres, el Buen Pastor, el Teatro Real, el San Martín, entre tantos otros.

Su visión cristalizó en un proyecto que sintetiza su espíritu: la Media Legua de Oro, un corredor cultural único en el país. Y hoy, mientras esas instituciones laten en la vida diaria de miles de cordobeses, también crecen nuevas expresiones como el MACU en las Sierras Chicas, demostrando que su influencia sigue expandiéndose más allá del ejido urbano.

Gestor cultural y político

Canedo fue mucho más que un pintor. Dirigió el Centro de Exposiciones José Malanca (hoy España Córdoba) y el Centro de Arte Contemporáneo Chateau Carreras. Durante ocho años presidió la Agencia Córdoba Cultura, período desde el cual construyó la transformación cultural más ambiciosa que vivió la provincia.

Un legado que sigue cultivando

Pablo Canedo nunca pensó al arte como un objeto distante. Para él, era una herramienta para que Córdoba se mire a sí misma, para que nos encontremos, para que nos reconozcamos.

Quizás ese sea su aporte más perdurable: habernos enseñado que el patrimonio cultural no se hereda solamente; se construye todos los días. Y que nuestra Córdoba es, gracias a él, un museo que todavía está escribiendo sus propias paredes.

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