El pasado miércoles 12 de este mes, extrañada por no poder hablar con sus padres, la joven llegó hasta el domicilio de Teodoro Richards al 6300, en barrio Argüello, de la ciudad de Córdoba, y buscó con insistencia que alguien la atendiera. Ante la falta de respuestas, llamó a la Policía y cuando los uniformados violentaron una puerta para ingresar, se toparon con un cuadro dramático: en la casa de adelante, en una habitación, estaba el cadáver de Juan Tiglio (61), mientras que en un departamento del fondo, patio de por medio, se encontraba el cuerpo de su expareja, Elizabeth Boix (61).
A simple vista, ambos cuerpos estaban en avanzado estado de descomposición, lo que daba la pauta de que la muerte databa desde varios días antes. En esa primera impresión de los investigadores, no se podían observar heridas ni otros elementos que pudieran hacer presumir sobre si se había tratado o no de un episodio violento.
¿Qué se sabía de la pareja? Tiglio y Boix se habían separado años atrás. Incluso, en 2016, ella lo había denunciado por violencia de género, por lo que había una orden de restricción. Desde entonces, la expareja compartía terreno, pero no domicilio. Él vivía en la casa de adelante y ella en un departamento al fondo, patio de por medio.
El dato, que fue revelado por Cadena 3 tras el hallazgo de los cadáveres, fue clave para orientar la investigación. En la casa de adelante, había olor a gas, por lo que se podía suponer que Tiglio había muerto por inhalar monóxido de carbono. Pero si esto era así, no explicaba la muerte de su exmujer, ya que ella se encontraba en otro domicilio.
Si se analizaba una muerte natural, la doble coincidencia también era asombrosa y generaba poco asidero en la mesa de la investigación.
Pero la ausencia de heridas visibles y el estado de descomposión de los cuerpos hacía imprudente alentar cualquier otra versión pública sobre una muerte violenta.
La hija de la pareja le relató en ese momento al fiscal de Violencia Familiar Cristian Griffi y a los investigadores de Homicidios que ella había visto por última vez a sus padres en Navidad. Desde entonces, no logró comunicarse más con su madre. Recordó que la llamó el 28 de diciembre y ella ya no la atendió. Ante esto, llamó a su padre que le dijo que la había visto en el patio y que estaba bien.
Días después, el 6 de enero, volvió a hablar con el padre y desde entonces ya tampoco se pudo comunicar con él. Por eso, ese miércoles 12 decidió ir al domicilio ubicado a pocos metros de la avenida Recta Martinoli, preocupada por la falta de respuestas.
La Policía Judicial llevó los cuerpos a la morgue judicial para poder realizar las autopsias correspondientes. El examen forense se demoró unos días ya que antes fue necesario realizar una serie de tratamientos sobre los cadáveres.
Ahora, ya con la fiscal Bettina Croppi al frente de la causa, en medio de la feria judicial de enero, comenzaron a llegar algunas respuestas.
Fuentes que participan de la investigación indicaron que la autopsia determinó que había una existencia a la altura de la tráquea de la mujer. Esto hace presumir, aún como hipótesis preliminar, que ella pudo haber sido estrangulada de manera manual.
En cuando al cadáver del hombre, no se halló nada extraño. Ahora, se espera el resultado de un análisis toxicológico para intentar determinar si pudo haber muerto por inhalación de monóxido de carbono.
Un femicidio seguido de suicidio es la hipótesis que se intenta corroborar o descartar en medio de este drama. Para los investigadores sólo hay una seguridad: no hay terceros involucrados.
En caso de confirmarse esta teoría criminal, se trataría del decimoquinto femicidio ocurrido en la provincia de Córdoba durante 2021, de acuerdo a los registros de Cadena 3.
En los primeros días de este enero de 2022 ya hubo un femicidio en la ciudad: el viernes pasado, Leonela Moyano (32) fue asesinada de un balazo en su casa de Marqués Anexo; por el caso, quedó detenido su novio, Ángel Sosa (26).
En tanto, en Cosquín se investiga la muerte de Estela Altamirano (68), quien murió el domingo 8 de este mes tras recibir un disparo de escopeta en el brazo, dentro de su domicilio. Su esposo, Fermín Omar Bustos (84) declaró que todo se había tratado de un accidente mientras limpiaba el arma, versión que por ahora tiene consistencia, según se indicó a nivel judicial.
Informe de Juan Federico.
