Antes de los F-16: cuando la Argentina soñó con fabricar sus propios aviones

Por Marcos Calligaris

Hoy se cumple un nuevo aniversario de la muerte de Juan Ignacio San Martín. Murió en Houston, Estados Unidos, en 1966, a los 62 años. Había nacido en Buenos Aires en 1904. Fue brigadier mayor de la Fuerza Aérea Argentina y ocupó cargos centrales durante las décadas de 1940 y 1950: director del Instituto Aerotécnico de Córdoba, gobernador de la provincia y ministro de Aeronáutica. Su recorrido permite observar una etapa en la que el desarrollo industrial fue concebido como una política posible.

Más allá de los cargos, su trayectoria permite reconstruir una idea de país. Juan Ignacio San Martín no formuló una doctrina: expresó su mirada a través de la industria, la técnica y la gestión, en un contexto en el que amplios sectores del Estado y de las Fuerzas Armadas consideraban que el atraso económico podía abordarse mediante planificación y producción local.

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Cuando asumió la dirección del Instituto Aerotécnico de Córdoba en 1944, la industria aeronáutica argentina se encontraba en una fase inicial. Durante su gestión se desarrollaron los aviones a reacción IA-27 Pulqui I y IA-33 Pulqui II, proyectos que colocaron al país entre los pocos que intentaban diseñar ese tipo de tecnología en la posguerra. El Pulqui no tuvo continuidad industrial, pero funcionó como experiencia técnica y formativa.

En ese mismo período, la Argentina llegó a fabricar aviones a reacción, entrenadores y transportes, radares, motores, turbinas, armamento, satélites, reactores nucleares de investigación y tecnología espacial, configurando un entramado industrial poco habitual en países periféricos.

Ese enfoque se trasladó luego a la política provincial. Como gobernador de Córdoba entre 1949 y 1951, San Martín profundizó un proceso de industrialización que ya estaba en marcha desde la década del ’30. Durante esos años se expandió la actividad metalúrgica y se consolidó una base productiva que modificó el perfil económico de la provincia, con fuerte impacto demográfico y urbano.

En 1951 fue designado ministro de Aeronáutica. Desde ese cargo impulsó iniciativas orientadas a la producción nacional de bienes industriales, en un contexto marcado por restricciones externas y dificultades para atraer inversiones extranjeras. Su gestión quedó asociada a la idea de sustituir importaciones mediante producción local, particularmente en el sector automotor y aeronáutico.

San Martín no fue un teórico ni un dirigente de discurso abundante. Su figura se explica mejor a partir de los proyectos que condujo que de las ideas que formuló públicamente. Creía en la formación técnica, en la capacidad de gestión y en la articulación entre conocimiento, industria y Estado, sin presentar ese esquema como una doctrina cerrada.

En Desarrollando futuro, su nieto Juan Ignacio San Martín aporta una mirada familiar sobre el vínculo entre el brigadier y la Fábrica de Aviones. El libro ofrece testimonios y recuerdos que ilustran el clima técnico y cultural de una época en la que la industria aeronáutica ocupó un lugar central en el imaginario del desarrollo nacional.

Juan Ignacio San Martín murió hace 59 años lejos de la Argentina, en una etapa en la que muchas de las políticas industriales de los años anteriores habían quedado interrumpidas. Su trayectoria permite revisar una experiencia histórica concreta: la de un país que, durante un período acotado, intentó abordar el desarrollo como un problema técnico antes que como una consigna política.

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