La incertidumbre es total y el dólar lo sabe

Por Adrián Simioni

Hace una hora di una vuelta por la city cordobesa. Me pegué un susto cuando entré a la primera casa de cambio y pregunté por el dólar: 235 pesos, me dijeron. Obviamente, es porque no querían vender. Fui a otra y ahí me pidieron 210. Un cuevero conocido tenía al dólar a 211 y me dijo que hoy varios de sus colegas se retiraron. Los arbolitos lo voceaban a 2018. En Buenos Aires 2017. Dos o tres pesos más que ayer. Aclaro: eso fue hace una hora.

En definitiva, no hay precio para el dólar blue. Nadie sabe cuánto vale. Y por eso incluso quienes viven de eso se retiran. Bajan la persiana.

Nadie sabe qué pasará. Un cuevero me dijo que para él el dólar iba a dispararse después de las elecciones, no antes. Otro me dijo que este precio del blue ya es demasiado alto, no es realista.

Qué quiero decir: que la incertidumbre es total.

Y lo que vemos en el dólar es sólo una cara de la incertidumbre. La cambiaria. Pero en realidad no sabemos si el gobierno tiene un plan o no para los próximos dos años. Si lo tiene, no sabemos si implicará un cambio o seguir disparando para adelante. Es más: no sabemos si el lunes la coalición de Gobierno se romperá o no. Y, si no se rompe, no sabemos cuál de los Fernández va a gobernar. Si ella o él.

El presidente está completamente incapacitado para generar ninguna confianza. Te doy un pequeño ejemplo. El martes por la noche se reunió con los máximos ejecutivos de cuatro multinacionales muy importantes (Unilever, Toyota, Syngenta y Accenture). Es una de las reuniones que mantiene Alberto con empresarios para tratar de generar confianza. Y eso intentó hacer. Les prometió tranquilidad para el día después de la elección. Les aseguró que habrá "racionalidad albertista". A la cena lo llevó al ministro de Economía, Martín Guzmán. Ambos aseguraron que Argentina no entrará en default con el Fondo. Es más: Guzmán les dijo que el 7 de enero se terminan los congelamientos de precios.

Todo muy lindo. Es lo que tiene que decir Fernández. Pero hay un detalle: eso que Fernández supuestamente dice en privado, no lo dice en público. No se sabe si no lo dice en público porque en realidad no está convencido, porque Cristina le exige hacer todo lo contrario o porque no cree que el lunes después de las elecciones tendrá poder político para definir un rumbo. Y claro: así, es imposible que el gobierno pueda generar certidumbre alguna. Más bien todo lo contrario.

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