Sobre la inseguridad, el debate dejó gusto a poco

Juan Federico

Ocurrió hace sólo poco más de dos meses. El 9 de agosto temprano, Morena Domínguez (11) fue asesinada a golpes por dos motochoros que le quitaron su celular cuando caminaba hacia la escuela, en Lanús, Buenos Aires.

El país, entonces, quedó envuelto en esa sensación amarga de dolor e impotencia. Hartazgo. Todos los precandidatos presidenciales pusieron en pausa el cierre de campaña de las Paso y se llamaron a silencio. Casi como una forma de aceptar que no tenían nada importante para sumar en una de las dos i malditas para los argentinos: inseguridad e inflación.

La sensación de desborde, de que la delincuencia aumentó en el último tiempo de manera exponencial, está asentada sobre la proliferación de una seguidilla de malas noticias. Asaltos callejeros, grandes golpes de bandas organizadas, rapiñeros desesperados, pistoleros avezados, estafadores de todo tipo y una ácida idea de que el ladrón está agazapado a la vuelta de la esquina o detrás de una tentadora oferta en la web.

La inseguridad mata, el narco prolifera y la sociedad debe, por la fuerza, cambiar hasta los hábitos más simples de la vida cotidiana.

Qué tienen para aportar como posibles soluciones los cinco candidatos a Presidente que siguen en pie en el proceso que se abrió horas después del crimen de Morena.

Este domingo, en el último debate antes de las generales, fue el tópico principal.

Patricia Bullrich, exministra de Seguridad, se hizo ancha en el tema que más cómodo le queda. Habló de evitar que los presos continúen delinquiendo gracias al uso de celulares y el acceso a internet en las cárceles, dijo que hay que bajar la edad de imputabilidad a los 14 años y resaltó como ejemplo el caso del policía Luis Chocobar (que mató a un delincuente en La Boca en 2017 y afrontó un proceso penal) en el sentido de empoderar a las fuerzas de seguridad.

Javier Milei tuvo que empezar a mostrar qué más tiene para aportar en un tema que no ha sido central en su agenda. Leyó buena parte de los argumentos, señal de que no es la zona que más cómoda le queda. Defenestró la doctrina judicial del exjuez Eugenio Zaffaroni (considerado el padre del garantismo) y habló, sin precisiones, de una serie de reformas judiciales y políticas en el área de seguridad.

A Sergio Massa se le hizo complicado evitar hacerse cargo de la actual situación de inseguridad. Puso a si gestión en el municipio de Tigre como ejemplo y reseñó tres objetivos: prevención, la creación de una agencia federal de seguridad ("un FBI argentino", dijo) y la necesidad de una Justicia que no libere a los que delinquen.

Myriam Bregman no se salió del marco ideológico de la izquierda. Evitó la tentación de sumarse a la ola de pedidos de más mano dura y habló sobre las causas socioeconómicas que alimentan a la inseguridad. 'La mano dura fracasó" y una "inflación carcelaria" fueron de dos de sus frases más destacadas en medio de un tópico que le resultaba incómodo.

Y Juan Schiaretti, que se ampara en su gestión como gobernador de Córdoba (donde los episodios delictivos generan tantos reclamos sociales como la crisis de bolsillo) habló esta vez sin referencias a si gestión cordobesa (aunque en una réplica que él le pido a Bullrich sí hizo mención). Dijo que las provincias quedaron solas en la lucha contra el narcotráfico, agregó que la inseguridad es "hija de la exclusión social", habló de una "puerta giratoria" judicial y remarcó la necesidad de reformar la ley penal juvenil y de atacar a los narcos a través del lavado de dinero. Nadie le pidió derecho a réplica, ya que la mayoría de los postulantes se lo guardó para la puja entre los que a priori aparecen con mayores posibilidades.

En síntesis, entre las exposiciones de los cinco candidatos y los derechos a réplicas, no surgieron ideas más finas sobre cómo piensan combatir la inseguridad.