El preocupante presente del básquet argentino y la obligación de reinventarse

Ignacio García Iturriza

El golpe fue fuerte. Otro más para un seleccionado que en un año se quedó sin Mundial, sin Juegos Olímpicos y este domingo por la noche cayó luego de 68 años contra Chile. La realidad no miente, el básquet argentino vive horas preocupantes y necesita un golpe de timón para enderezar el barco.

Las excusas valen poco. En la cancha estuvieron Facundo Campazzo y Gabriel Deck, las dos figuras del Real Madrid que se sumaron al plantel argentino tras levantar la Copa del Rey hace tan solo una semana. Pero el foco no está en los jugadores, sino en los dirigentes.

La falta de un plan claro a largo plazo y el aislamiento en la toma de decisiones de la Confederación Argentina de Básquet (CAB) llevaron a que la Selección pierda la brújula. Porque como dijo Oscar “Huevo” Sánchez, el PROYECTO es esencial para salir adelante y el sistema de juego, secundario (pero no menos importante).

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La apuesta por un apellido con historia como el de Pablo Prigioni fue ir por el modelo del básquet “moderno”, donde la palabra eficiencia cumple el rol protagónico y manda en las canchas de la NBA y Europa. No obstante, los intérpretes deben cumplir los requisitos para implementar ese estilo. Hoy Argentina no parece tenerlos.

En los dos partidos contra Chile, un rival “menor” de la región, la selección mostró su talón de Aquiles: la falta de hombres altos que puedan imponerse en la pintura y a la vez salir a tirar. El interno chileno Manuel Suárez, que juega en Estonia, anotó 25 puntos en el primer juego y 29 en el segundo, dominando a Delía, Fernández y Bressan.

Ninguno de los tres pivotes pudieron defenderlo y en ataque tampoco pudieron gravitar porque no pudieron obrar de tiradores. Es que en el estilo que propone Prigioni los internos deben abrirse y lanzar. Generar espacios. El único que anotó un triple fue Fernández (1/3).

Sin tiro exterior, lo lógico es que el juego vaya cerca del canasto, sin embargo los tres internos lanzaron solo 18 veces para anotar un doble, sumando ambos partidos. Campazzo realizó la misma cantidad de tiros, pero en un solo encuentro (victoria en Mar del Plata).

Ese último dato pone en evidencia la dependencia del equipo en la creatividad del base cordobés y los recursos de Gabriel Deck para poder anotar. Volvemos a lo mismo, ninguno de los dos es un tirador natural y ante la falta de intérpretes, terminan cargando una ofensiva que luce previsible. Entre ambos, anotaron 68 de los 167 puntos del equipo en ambos juegos. Es decir, el 40%.

El desafío de reinventarse

Argentina tiene entrenadores, ex jugadores y dirigentes de sobra para acercar y elaborar una política deportiva que involucre no solo a la selección mayor, sino también a las formativas. Sin un desarrollo potente de los juveniles y la búsqueda de talentos, la selección seguirá en su camino descendente.

La CAB viene dando "tumbos" desde el retiro de Luis Scola y el subcampeonato mundial obtenido en China 2019. Tras la salida de Sergio Hernández, la apuesta fue “El Che” García, pero su renuncia escandalosa le abrió paso a Prigioni, que con un contrato part-time y compromisos en la NBA, no pudo estar en estas ventanas clasificatorias y Herman Mandole fue su reemplazante. Desde Estados Unidos, el cordobés parece no poder estar en los detalles finos.

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En las formativas sucede algo similar. Los encargados de llevar adelante el desarrollo de los jóvenes fueron variando año a año y por lo tanto la línea de trabajo fue cambiando. Desde 2020 a esta parte pasaron Pepe Sánchez, Herman Mandole y Mariano Marcos por el puesto de Coordinador.

Por último y no menos importante, la Liga Nacional también perdió el brillo que tuvo alguna vez y sirvió para obrar de semillero de la Generación Dorada. Hoy los clubes hacen malabares para poder sobrevivir y la mayoría de los equipos competitivos son cada vez menos como consecuencia de una crisis económica que los devora. Casi sin televisación y con una plataforma de streaming desconocida para los argentinos, el básquet se mira poco y la ganancia se achica. Lo preocupante es que pasan los años y nada cambia.

El padre de la Liga Nacional, León Najnudel, solía decir que la competencia "es para los que pueden, no para los que quieren”, pero en la actualidad los dirigentes parecen leerla al revés.

La “revolución” que prometió la actual conducción de la CAB para el básquet nacional no aparece y por ahora solo quiebra los peores récords: afuera del Mundial tras 40 años; afuera de los Olímpicos luego de 24 años y este domingo cayendo ante Chile tras casi siete décadas.

La nueva camiseta de la Selección, que estrenó el jueves pasado en honor a los 20 años de la medalla dorada obtenida en Atenas 2004, contrasta con la realidad opaca que vive nuestro básquet.