El amor de un país que sintió como propio

Por Adrián Cragnolini

Un día de diciembre pasado, el anuncio del retiro de Serrat me sorprendió entrando a casa con las bolsas de la compra, justo cuando en la radio que había dejado encendida en la cocina hacían un resumen de la noticia. Hubiera deseado tener otro aspecto más acorde a la trascendencia de esta despedida. Porque en un fogonazo volví a mi adolescencia, cuando la voz de un “gallego” en ese momento desconocido, empezaba a instalarse en las preferencias de los argentinos. Y en la mía, claro.

En los minutos siguientes, mientras apuraba otras tareas domésticas, fui cruzando años, mudanzas, amores, desamores, la agitación universitaria, las pasiones, la paternidad, el cruce del charco, las incipientes canas, los primeros achaques, alguna sabiduría vital…y en todas había algo del Nano. Un verso que subrayaba cada experiencia, unos compases que silbaba a veces en las calles de Madrid, en un país que no silba.

En la noche de ese mismo día, cuando a veces sin proponérselo uno, el bocho se pone a hacer balance de la jornada, me cayó una ficha en forma de pregunta: ¿esa huella que ha dejado Serrat en mi vida es excepcional o la comparto con un montón de compatriotas?

Tracé unos apuntes nocturnos y a la mañana siguiente definí el proyecto.

“Tal vez sea una locura”, pensé. Pero en la radio, afortunadamente hay otros chapitas que hicieron suya la idea al vuelo. Menos mal, sin ese apoyo imprescindible, solo habría sido una inspiración nonata.

Cadena 3 interpretó que la despedida de los escenarios del Nano es el adiós artístico de “unos de los nuestros”, y por ello decidió elaborar un tributo a su influencia en la música y en los músicos del país que lo adoptó como propio.

Esa huella serratiana, que reconocen sus prestigiosos colegas argentinos convocados para este documental, dejará una marca indeleble para todos los tiempos, que se irá renovando desde las primeras generaciones que lo vieron surgir, hasta las nuevas que podrán disfrutar de las últimas actuaciones en vivo de este adorable “Nen del Poble Sec”.

Por ello, miles de voces que atraviesan todo nuestro país, entonan a modo de una barra futbolera “¡No se va, el Nano no se va!”.

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