Gasparini, un "10" con diploma de "Academia"

Jorge Parodi

La Academia fue una escuela filosófica fundada por Platón y el antecedente inmediato de las universidades. 

"El Pato" Roberto Daniel Gasparini recibió el diploma de crack que le otorgaron dos prestigiosas “Academias” del fútbol argentino: una cordobesa y la otra rosarina.

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Racing de Córdoba y Rosario Central, históricas academias del buen gusto en el fútbol, imprimieron en el dorsal de las camisetas del Pato la máxima calificación posible: 10.

Como decimos en Córdoba, "el Pato" Gasparini era un 10 que jugaba “de 10”. Conductor exquisito, creativo, inteligente y cerebral.

Roberto Daniel Gasparini tenía una pegada excepcional, potente y precisa. Con trabajo perfeccionó un atributo que trajo desde la cuna.

Cada tiro libre era medio gol. O “Peligro de gol”,  como decía el recordado relator de América, José María Muñoz. En contacto con su botín derecho la pelota era como un drone que iba donde el Pato le ordenaba.

En sus 20 años de trayectoria en Argentina, España, Colombia y México convirtió más de 200 goles, en su mayoría de tiro libre, la especialidad de la casa. Jugando para Junior de Barranquilla le metió a Millonarios de Bogotá tres goles por esa vía, en un mismo partido.

Fue un 10 de fina estampa, guionista inspirado del destino de la pelota, a la que le escribía sus libretos con una clara y fina letra gótica. Fue y es ídolo en Racing de Nueva Italia y en Rosario Central.

En Tigres de México lo adoran y en Junior de Baranquilla lo recuerdan con nostalgia, pese a que estuvo poco tiempo.

A través de una encuesta, los cordobeses eligieron su nombre para bautizar a una de las tribunas de su Coliseo mayor, el estadio Kempes.

En el fútbol de AFA jugó para Racing de Córdoba (1978-85, 190 partidos, 76 goles), Rosario Central (1986-88, 58 partidos, 14 goles) y Talleres (1995, 18 partidos, 5 goles). Totalizó 266 partidos y 95 goles por torneos nacionales

El Pato Gasparini nació en la ciudad de Córdoba el 5 de enero de 1958. Estuvo muy cerca de firmar para Instituto, pero se le adelantó Racing de Nueva Italia y se convirtió en académico a los 13 años. En 1978 debutó en la primera, en torneos de AFA.

Gasparini fue protagonista fundamental de la época más exitosa de Racing de Córdoba durante la década del 80. Con la Academia ganó el Apertura y el el Torneo oficial del año 1980 de la Liga Cordobesa y clasificó al Nacional de ese año.

En ese certamen, de la mano del Coco Basile, Racing fue subcampeón, tras caer en las finales ante Rosario Central (1 a 5 en Rosario y el triunfo por 2 a 0 en Córdoba no le alcanzó, perdiendo por diferencia de goles).

Racing tenía un equipazo: Ramos, Del Mull, Noriega, Coloccini y Vivanco; "El Panza" López, "La Chueca" Aramayo y "el Pato"; Amuchástegui, Ballejos y Atilio Oyola.

La dupla conformada por "la Araña" Amuchástegui y "el Pato" Gasparini brilló, sobre todo en las semifinales, ante Independiente, donde en Córdoba le pegaron un baile de novela y lo golearon por 4 a 0.

Ese plantel ganó de manera invicta en Corea del Sur un prestigioso torneo internacional, la Copa Presidente en 1981, donde participaron clubes europeos, asiáticos y sudamericanos.

En los años posteriores realizó grandes campañas en los Nacionales y logró el derecho a participar de manera permanente en los torneos Metropolitanos de AFA.

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En el Metro 84, dirigido por Pedro Marchetta, la Academia cordobesa terminó en el cuarto puesto

El 6 de mayo de 1984, Gasparini de tiro libre (¡cuando no!) convirtió uno de los goles más gritados en la historia de Racing de Córdoba. De parte de los hinchas quizás no tanto, pero seguramente de los futbolistas, cuerpo técnico y demás integrantes del plantel, casi seguro. En cancha de Instituto, venció sobre la hora 2-1 a Ferro Carril Oeste.

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Los protagonistas lo festejaron como si hubieran ganado el campeonato, y el público no entendía nada. Con ese resultado, el plantel de Racing había completado los 13 puntos y eran los ganadores del Prode.

Pero claro, en esa fecha los beneficiados fueron 94 apostadores y la suma que se ganaron no alcanzó ni para pagar la cena del festejo.

Esta anécdota inusual se convirtió en un documental que lleva el título de “PRODE“, producido por cineastas cordobeses, que se estrenó en todo el mundo obteniendo importantes galardones.

A principios de 1985 fue transferido al Junior de Barranquilla (Colombia) donde dejó un dejó un grato recuerdo, conformó un gran equipo dirigido por Roberto Marcos Saporiti y tuvo como compañeros a Edgardo Bauza y Carlos Ischia.

Roberto Daniel Gasparini debió volver al país por una tragedia familiar: el fallecimiento de su padre y de un hermano en un accidente mientras pescaban.

Después de un tiempo en Racing, pasó a Rosario Central, donde brilló junto al Negro Omar Palma y ganó el título de la temporada 1986-87, dirigido por Tulio Zoff.

Ese equipo Canalla venía de ascender en la temporada anterior, con Pedro Marchetta como DT, se reforzó con El Pichi Escudero, El Pato Gasparini y el regreso del Patón Bauza y logró, al coronarse campeón en Primera en la temporada posterior al ascenso, algo que nunca antes ni después se dio en el fútbol argentino.

El equipo base del campeón estuvo integrado por Lanari, Hernán Díaz, Balbis, Bauza y Pedernera; Galloni, Cornaglia, Gasparini y Palma; Escudero y Lanzidei.

En tiempos en los que Maradona era el dueño absoluto de la 10 de la Selección, Gasparini tuvo un paso fugaz vistiendo la albiceleste.

Fue durante la era Menotti (en 1979) y también con Bilardo durante el certamen de Toulon en Francia (1983). Con la Selección mayor sólo jugó un amistoso ante Valladolid (28 de mayo de 1983), que Argentina perdió 2-0.

Luego emigró al fútbol mexicano, donde actuó para Necaxa (1988-89), Tigres de Monterrey (1989-94), donde es un ídolo y se encuentra en el top ten en la tabla de goleadores históricos. Se quedó en la misma ciudad y jugó para el Monterrey (1994, 9 partidos).

Volvió al país para jugar en Talleres, pasó por Estudiantes de Río Cuarto en el Argentino A (1995) y finalizó la actividad en 1996 en su antiguo primer amor: Racing de Córdoba, en los certámenes provinciales.

Roberto Daniel Gasparini dirigió en algún momento, pero actualmente prefiere disfrutar de la vida, aunque sigue atentamente todas las novedades del fútbol y concurre a las canchas.

Tal vez, una de las razones que lo alejan de compromisos formales con el fútbol tenga que ver con que sus hijos y nietos viven en España y que junto a su esposa tratan de visitarlos todos los años, durante un tiempo prolongado.

Como hemos dicho muchas veces, los cordobeses bautizamos a los personajes que queremos y admiramos con un sobrenombre, un apelativo, que nos permite obviar la formalidad del nombre que figura en el documento.

Para los futboleros de Córdoba, Roberto Daniel Gasparini es simplemente el Pato. Ese sobrenombre es "la tarjeta verde" del cariño y la admiración con la que transita por las calles de la Docta, cada día.

Aunque la tribuna del viejo Chateau se llame Gasparini, el Pato tiene una tribuna instalada en el corazón del futbolero cordobés, aunque no sea del hincha de Racing de Nueva Italia.

Si te gusta el fútbol, seguro que disfrutaste del Pato Gasparini. Fino, cerebral, certero para patear tiros libres.

El Pato Gasparini tiene el diploma de crack que en la Argentina le entregaron dos prestigiosas Academias: una cordobesa, Racing y otra rosarina, Rosario Central.

A la máxima calificación se la colocaron en el dorso de la camiseta: el 10. Es que el Pato fue un "10", que, como decimos los cordobeses, jugaba de 10.