El whisky argentino que nació de la pasión y hoy enamora los paladares del mundo
La Alazana es la primera destilería de whisky de malta de la Patagonia. Con agua pura de montaña, cebada propia y formación escocesa, es un símbolo de la producción argentina que trasciende fronteras sin perder identidad.
27/10/2025 | 14:36Redacción Cadena 3
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La Argentina Posible
En la Comarca Andina, rodeada de montañas y vientos fríos, nació una historia inspiradora. Allí, Lila Lila Tognetti y Néstor Serenelli decidieron apostar a un sueño tan ambicioso como auténtico: producir un whisky patagónico premium, elaborado desde el campo hasta la botella con una filosofía simple y profunda: hacer las cosas bien, sin apuros y con identidad argentina.
“Desde que nos conocimos quisimos hacer un emprendimiento productivo y nos gusta mucho el whisky. Dijimos: ¿por qué no hacer algo que nos gusta?”, cuenta Lila, maestra destiladora y copropietaria de La Alazana, una marca artesanal que hoy es codiciada por coleccionistas y especialistas del mundo.
Del campo a la botella
Para Néstor, productor agropecuario de origen bonaerense que se radicó en la Patagonia, el camino era claro: construir un producto desde la raíz. “Si vamos a hacer este emprendimiento, vamos a hacerlo desde el campo a la botella. Queríamos un whisky que represente nuestro terruño, nuestra Patagonia, nuestro lugar.”
La clave estuvo en tres factores naturales: agua pura, clima frío y cebada de calidad. “En la Comarca Andina sembramos en El Bolsón, El Hoyo y Trevelin. El clima con noches frías y días largos de sol nos da una cebada extraordinaria”, explica Néstor con orgullo. De ese cereal nace la malta que es el alma del whisky.
Ciencia y tradición escocesa en suelo argentino
Si bien tenían pasión, sabían que eso no alcanzaba. “Hacer whisky no es difícil. Hacerlo bien sí”, reconoce Lila. Por eso viajaron a Escocia para formarse con los mejores. Lila estudió en la Universidad Heriot-Watt de Edimburgo y se especializó en destilación en el reconocido Instituto Internacional de Destilación. Además, cada lote de whisky es auditado por un laboratorio escocés con más de 100 años de trayectoria.
“Teníamos que saber lo que estábamos haciendo. Para cuidar cada paso del proceso, necesitábamos respaldo técnico y científico”, asegura.
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Tiempo, madera y paciencia
La Alazana comenzó a destilar oficialmente en 2011. Desde entonces respetan el tiempo de maduración de manera estricta. Hoy no embotellan nada que tenga menos de 8 años de añejamiento, y planean en 2026 ofrecer whiskies de 10 años.
El 85% de sus barricas proviene de destilerías de bourbon de Estados Unidos y otras tuvieron jerez o coñac. “El whisky descansa en madera de alta calidad porque ahí evoluciona”, explica Lila.
Un whisky argentino que ya es internacional
La destilería produce entre 18.000 y 21.000 botellas al año. La mitad se exporta a Reino Unido, Francia, Canadá y Costa Rica. Y lograron un hito mundial: fueron la primera destilería en añejar whisky en la Antártida, en la Base Marambio. Esas botellas serán parte de una edición limitada llamada “8 Continentes”.
Pero lo sorprendente es que la otra mitad de su producción solo se vende en la destilería. Se convirtieron en destino turístico obligado en la Patagonia. “Nos encanta darle la mano a quien compra nuestro whisky, conocerlo, escuchar qué siente al probarlo. El whisky para nosotros es como un hijo”, confiesa Néstor.
Emprender en Argentina: pasión, resiliencia y futuro
Sobre los desafíos de producir en Argentina, Néstor es claro: “Cuando sos emprendedor te levantás a la mañana y sabés que las reglas del juego pueden cambiar entre las 9 y las 10. Pero no te podés entregar. A veces siento que se abusan de nuestra pasión, porque saben que vamos a seguir adelante igual”.
Y completa con una definición que resume el espíritu de La Argentina Posible: “Venga quien venga, nosotros vamos a seguir. Porque amamos lo que hacemos y amamos este país”.
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Lila se queda con otra enseñanza: “El whisky es un camino largo. Por eso lo más importante es disfrutar del día a día. Si uno no disfruta lo que hace, nada vale la pena”.
La Alazana demuestra que sí se puede producir desde Argentina con calidad mundial, que sí se puede construir valor desde el interior y que sí se puede exportar futuro sin perder raíces.
Entrevista de Fernando Genesir
