"Mank", el gran triunfo del arte cinematográfico

Por Geo Monteagudo

Filmada en blanco y negro, el director se basó en un guion escrito por su padre sobre el Hollywood de la Gran Depresión, en la década del ''30 y del ''40, para contarnos cómo nació una de las joyas del cine: El ciudadano Kane, de Orson Welles. Presten atención porque puede ser una de las candidatas al Oscar.

CALIFICACIÓN: MUY BUENA.

En las más de dos horas de duración del filme, David Fincher (Pecados capitales, El club de la pelea, Zodíaco, Red social, El curioso caso de Benjamin Button, entre otras) nos deleita con un antiguo guion de su padre, Jack Fincher, acerca de la creación de un clásico de Hollywood que, si bien no fue un éxito de taquilla, fue muy elogiada por la crítica.

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Gary Oldman es Herman “Mank” Mankiewicz, un legendario guionista que tiene problemas con el alcohol, y sufre, como toda la industria, las consecuencias de la Gran Depresión. Ambientada a fines de la década del 30 y principios del 40 nos muestra a este hombre desaliñado, apostador, mujeriego, con una pierna rota pero con una capacidad para hablar tan ingeniosa como irónica y divertida.

Mank es un ex periodista y crítico de New York a quien Orson Welles (Tom Burke) le encarga la tarea de escribir el guion de Ciudadano Kane en tan sólo 60 días. A sus 24 años y contratado por la RKO Pictures con total libertad para filmar lo que quiera, Welles decide enviarlo a una casa en las afueras donde es asistido por la correcta y paciente Rita Alexander (Lily Collins, la protagonista de la olvidable Emily en París), una joven taquígrafa que transcribe los garabatos de Mank o pone en el papel lo que él le dicta. Además, le ha sacado el alcohol para que nada lo distraiga de su tarea. Aunque cuanto más ebrio está, mejor trabaja.

Mientras tanto, en los constantes flashbacks (recurso muy utilizado en Ciudadano Kane), vemos ese viejo Hollywood, con sus miserias y su glamour, con el paso del cine mudo al cine sonoro. En una de las escenas, los trabajadores ven la “actuación” de uno de los dueños de la MGM, Luois B. Meyer, donde les informa con lágrimas que sus sueldos serán recortados a la mitad o quizás menos, con el objetivo de salir adelante de la crisis como una gran familia. Claro que cuando finaliza, le consulta a su asistente si fue convincente ese pequeño y patético show.

A su vez, este cine dentro del cine, muestra las fiestas de los grandes productores, con los dobles de las estrellas como por ejemplo Greta Garbo, Charlie Chaplin o Clark Gable. Gracias a su forma de hablar mordaz y divertida, es que participa de ellas invitado por el magnate de los medios William Randolph Hearst (Charles Dance). Sin embargo, las presiones comienzan a sentirse cuando se enteran que la película está basada en la figura de este último. Muchos intentarán convencerlo de olvidar este filme.

Si bien está centrada en el empresario Hearst, me hubiera gustado ver cómo Welles ideó los planos contrapicados, los claroscuros, cómo incorporó la banda de sonido y los efectos sonoros radiofónicos, cómo discutían creativamente sobre el guion.

A pesar del boicot y las manipulaciones de los empresarios poderosos, Mank supone la recuperación del arte y la calidad cinematográficos por sobre los intereses corporativos. Es un poco larga, sí, pero vale la pena. ¿Se llevará un Oscar?

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Mank

Origen: Estados Unidos.

Año: 2020.

De: David Fincher.

Con: Gary Oldman, Lily Collins, Tuppence Middleton, Amanda Seyfried, Charles Dance, Tom Burke, Leven Rambin, Tom Pelphrey, Arliss Howard, Toby Leonard Moore, Sam Troughton, Jamie McShane y Ferdinand Kingsley.

Duración: 131 minutos.

Se puede ver en Netflix desde el 4 de diciembre.

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