Qué recortes hicieron los argentinos por la crisis

Federico Albarenque

En medio de la crisis económica que atraviesa Argentina, la consultora Moiguer presentó el informe "Social Mood" donde revela datos preocupantes sobre cómo las familias han tenido que reconfigurar sus hábitos de consumo. Este relevamiento, realizado entre 1.300 argentinos de entre 16 y 75 años durante julio y agosto de este año, pone de manifiesto la dura realidad que enfrenta la mayoría de los hogares en el país.

Lo más alarmante es que el 52% de los encuestados considera que su capacidad de consumo es peor o mucho peor que hace un año. Esto se traduce en que casi siete de cada diez argentinos sienten que sus ingresos no alcanzan para cubrir el ritmo de la inflación. En este contexto, el 55% ha tenido que recurrir a sus ahorros para llegar a fin de mes, y un 28% ya viene haciendo esto desde hace varios meses, lo que sugiere que la situación se ha vuelto insostenible para muchos.

Los recortes en el consumo son evidentes y afectan aspectos muy sensibles de la vida cotidiana. Por ejemplo, el asado, un ritual profundamente arraigado en la cultura argentina, ha sido severamente afectado: el 43% de los encuestados ha reducido la frecuencia con la que lo disfruta, y un 37% ha eliminado este gasto por completo. En un país donde el asado es más que una comida, es un símbolo de unión y tradición, esto representa una pérdida significativa.

Además, el uso de taxis y vehículos de alquiler ha sido eliminado por el 51% de los encuestados, y el 40% ha tenido que reducir su uso. Las salidas familiares o con amigos también han sido recortadas en un 85% de los casos, lo que refleja un cambio drástico en la vida social de los argentinos. La reducción de gastos en educación, medicamentos e incluso en alimentos se ha vuelto una norma, y muchos se ven obligados a priorizar lo esencial.

En cuanto a la alimentación, las familias han tenido que ajustar tanto las cantidades como la calidad de los productos que compran. El 86% ha reducido la compra de golosinas y chocolates, y la variedad en las comidas se ha visto limitada. El menú familiar ahora depende en gran medida de lo que está en oferta, lo que lleva a una dieta menos variada y potencialmente menos nutritiva.

Este cambio de hábitos no solo responde a la crisis actual, sino que también refleja una transformación más profunda en la sociedad argentina. La forma en que consumimos y nos relacionamos con la comida, el transporte y el entretenimiento ha cambiado drásticamente en los últimos años. La falta de opciones y la necesidad de priorizar lo esencial han llevado a un reacomodamiento que, aunque necesario, es profundamente doloroso para muchos.