Dos tipos audaces

Sergio Berensztein

La reciente reunión de la vicepresidenta Victoria Villarruel con el papa Francisco genera un eco que resuena en los pasillos del Vaticano, y su atuendo, inspirado en el de su abuela, añade un matiz colonial que no pasa desapercibido.

La vicepresidenta ha tenido un viaje a Europa que incluye encuentros significativos, como el que tuvo con el rey de España y con el líder del partido Vox, donde se vislumbran afinidades que a veces parecen más fuertes que las que tiene con Javier Milei. Este último, un libertario que parece tener más conexión con el judaísmo que con el cristianismo, contrasta con la figura de Villarruel en este contexto político.

Es relevante recordar que hace poco el Papa recibió a Sandra Pettovello, la ministra que se encarga de la política social del gabinete. Pettovello ha implementado programas como la Asignación Universal por Hijo y la Tarjeta Alimentar, que han aumentado la ayuda a los sectores más vulnerables.

A pesar de que este gobierno critica la justicia social, se observa que está llevando a cabo políticas que superan en términos reales a las de gobiernos peronistas anteriores.

Sin embargo, el Papa parece mantener una cercanía con aquellos que critican al presidente Milei, lo que genera un clima de tensión en la Casa Rosada. La reunión entre Villarruel y el Papa, de una hora de duración, es notable, especialmente porque no hubo traducción y se dio un diálogo directo. Este encuentro, que ha sido cuidadosamente presentado al público, deja entrever una conversación franca que seguramente tendrá repercusiones en los próximos días.

El Papa Francisco, conocido por su sutileza política, ha demostrado nuevamente su capacidad para incomodar a los que habitan la Casa Rosada. Sus gestos y sonrisas, que suelen ser escasos, cobran relevancia en este contexto. La relación entre Villarruel y el Papa parece ser más que un simple encuentro protocolar; hay una conexión que se manifiesta en los detalles, como los saludos y la manera en que se despidió, agitando la mano del Papa.

Este tipo de interacciones no son casuales y son objeto de estudio para quienes analizan la política y las relaciones internacionales. En este sentido, la figura del Papa se convierte en un actor clave que, con su picardía porteña, logra poner nerviosos a los líderes políticos, como bien lo sabe Mauricio Macri, quien nunca logró arrancarle una sonrisa.

En conclusión, el encuentro entre Villarroel y Francisco es un reflejo de las complejidades políticas actuales en Argentina y el papel que juegan las figuras de autoridad en la configuración del panorama social y político del país. La visibilidad de la vicepresidenta, lejos de ser un simple hecho, se convierte en un factor de análisis y, posiblemente, de inquietud para el gobierno.