Este miércoles el juez federal Ariel Lijo tiene que comparecer en el salón principal del Senado de la Nación y responder a las preguntas de los senadores. Es el primer trámite presencial que cumple Lijo en la aspiración de ser juez de la Corte Suprema de Justicia, propuesto por el Gobierno Nacional.
También el doctor García Mancilla es propuesto para otro cargo vacante en la Corte Suprema, vacante que va a quedar a fin de año cuando se jubile el cordobés Juan Carlos Maqueda. Sobre García Mancilla no hay mayores objeciones personales o morales, es un académico, no ha cumplido funciones judiciales, es afín ideológicamente al gobierno de Javier Milei.
En todo caso puede haber reparos respecto de él sobre precisamente su alineamiento ideológico conservador y católico y, eventualmente, sobre el caso de que no es una mujer la que va a reemplazar a Maqueda, teniendo en cuenta que hoy la Corte, actualmente con cuatro miembros, con una vacante, está integrado sólo por hombres.
La misma objeción de género le están haciendo al juez Ariel Lijo, pero sobre Ariel Lijo hay objeciones mucho más pesadas, tan pesadas como que han abierto, como dijo ayer la vicepresidenta Villarruel. Una grieta. Ella dijo en la opinión pública de la ciudadanía, yo diría que es una grieta política para el círculo rojo, para quienes se entienden de esta cuestión.
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Lijo es muy conocido en los ambientes judiciales, juez federal de Comodoro Py, y no es bien conocido. Tiene muy poco prestigio, la mayoría de quienes lo conocen no lo valoran, y la mayoría de quienes lo conocen le temen. Por eso hay quienes han optado, o podrían llegar a optar, por permitir que Lijo sea miembro de la Corte, por temor a una represalia de la casta judicial que alberga Comodoro Py.
El martes, por ejemplo, el gobernador de Córdoba, Martín Llaryora, que pasó por la Cámara de Diputados de la Nación por otro tema, dijo que él no tiene ninguna objeción respecto de Lijo. Y dijo que esa es una cuestión del Senado. Es una opinión que pretende abstenerse, que no fija criterio, en una cuestión institucional muy importante, para un actor político importante, como es el caso de Llaryora.
Sin embargo, es verdad que para este caso es un actor secundario. Acá lo que está en juego es la posibilidad de un triunfo o de una derrota del Gobierno nacional para integrar la Corte Suprema de Justicia. Y hay muchas advertencias en contra de Lijo por la conducta personal y como juez.
Entonces, puede llegar a sufrir el Gobierno una derrota seria, innecesaria. ¿Por qué innecesaria? Porque si no hubiese puesto alguien tan controversial, evidentemente, en todo caso, podría haber gestionado la llegada de un buen juez, un buen jurista a la Corte Suprema de Justicia.
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Hay que recordar algo que es básico y es elemental, pero que no se tiene tan en cuenta. Cuando uno nombra a un juez de la Corte, lo nombra hasta que se jubile. y es muy difícil remover a un juez de la Corte. Casi imposible, diría. Salvo por una circunstancia muy especial.
También es necesario un consenso muy especial. Por eso aquí hemos venido diciendo que si Lijo es juez, será gracias a Cristina Kirchner. O sea, será gracias a una alianza negada, denostada, del kirchnerismo con el presidente Javier Milei. Porque para nombrar a un juez de la Corte hace falta los dos tercios del cuerpo del Senado de la Nación, que tiene 72. Y Cristina Kirchner tiene un bloque, dos bloques en realidad, que son uno solo en la práctica, con 33 bancas. ¿Qué quiere decir? Que no hay juez de la Corte sin por lo menos una parte muy importante del kirchnerismo y todo el resto del arco político representado en el Senado.
Esto apenas si está cumpliendo su primer trámite, recién empieza. Hoy, si la votación fuera hoy, Lijo sería rechazado, no tendría aprobación del pliego. Pero esto no terminó, porque hay quienes afirman que el poder real de la Argentina, la famosa "casta" que vino a combatir Milei, es quien está detrás por considerar muy conveniente tener un juez de esta naturaleza en el máximo tribunal de la Argentina.
¿Cuál es la conveniencia que tiene para Milei esto? Es lo que realmente no se explica. Ricardo Lorenzetti lo convenció aparentemente al presidente de tener un nombre más afín que los otros miembros de la Corte. Veremos cómo termina la película.
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