El truco de convertir en mérito una improvisación

Sergio Suppo

Muchas veces los argentinos nos hemos autoelogiado, reivindicando como un gran éxito, como un gran mérito, como una característica sobresaliente, nuestra capacidad de improvisación. 

Aquel famoso "lo atamos con alambre": la capacidad de improvisar, de encontrar sobre la marcha soluciones a problemas que, en general, son resultado de la improvisación, la falta de planificación.

Terminamos convirtiendo en una especie de mérito lo que en realidad tiene un pecado de origen, que es la desorganización, la falta de esquemas planteados previamente para evitar los errores. 

El último ejemplo: la falta de vacunas Sputnik día a día. Se van sumando decenas de miles de personas que han sido vacunadas y que, luego de recibir la primera dosis, ya pasaron más de noventa días y no tendrán, ni tienen la segunda. 

Esta mañana se supo que hay un estudio en Rusia que dice que se puede combinar la primera dosis de Sputnik con una de las dosis de AstraZeneca, para que las personas puedan completar así el régimen de inmunización necesaria contra el Covid.

Hay otros estudios que están en marcha aquí, en la Argentina, que están de tratando de comprobar exactamente lo mismo. Están usando también como segunda dosis -a falta de Sputnik- la Sinopharm de China; y hay algunas pruebas con Moderna.

Estamos improvisando y el Gobierno se dispone a celebrar la solución que va a encontrar, tras el grave error de no haber abierto al máximo posible el abanico de alternativas de compra de vacunas.

Cuando hablamos de la falta de compra a los laboratorios norteamericanos, no estamos diciendo ni de cerca que la Argentina sólo le debió comprar a los laboratorios norteamericanos. Lo que siempre hemos dicho en realidad es que la Argentina no debió encerrarse en un ideologismo torpe, cuando lo que se trataba era de encontrar una solución sanitaria.

Argentina, y particularmente Cristina Kirchner, obligaron al Gobierno de Alberto Fernández a dirigirse ideológicamente y llegar a ese acuerdo con Rusia -que está incumplido, a pesar de las airadas quejas que trascendieron hace una semana atrás-; y con un con una empresa amiga, el grupo Insud -para la producción de AstraZeneca- que tiene una demora de alrededor de seis meses en su cumplimiento. 

Falló la segunda dosis de Sputnik porque no se sabe cuándo llegará, y al mismo tiempo, las dosis de AstraZeneca tampoco han llegado en tiempo y forma. Recién ahora empiezan a arribar a la Argentina vía México. 

Una vez más, el Gobierno está tratando de disimular un error.

Trata de hacernos creer que la compra de vacunas a los que son afines ideológicamente es en realidad ahora un gran mérito, porque la solución es una vez más improvisar. En vez de haber planificado correctamente lo que, como estamos viendo ahora, fracasa por falta de previsión.