Alan Daitch: "El centro de datos en la Patagonia puede cambiar el mapa digital"

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La noticia sacudió los portales del país: OpenAI anunció una inversión de 25 mil millones de dólares para construir uno de los centros de datos más grandes del planeta en la Patagonia. No se trata solo de un movimiento tecnológico; podría ser un punto de inflexión en la relación entre Argentina y la inteligencia artificial.

“ChatGPT ya lo usa más del 30% de los argentinos, y ese número se queda corto”, aseguró Alan Daitch, emprendedor tecnológico, creador de sistemas de IA y uno de los divulgadores más escuchados del tema en español. Desde España, Daitch analiza el anuncio con entusiasmo, pero también con cautela.

“Cada vez que alguien le pregunta algo a ChatGPT, esa consulta viaja miles de kilómetros hasta una supercomputadora. Procesar eso a escala mundial requiere una infraestructura gigantesca y un consumo energético superior al de muchas ciudades completas”, explicó.

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Por qué la Patagonia

La elección del sur argentino no es casual. “La Patagonia tiene algunos de los vientos más potentes del mundo, lo que permite generar energía eólica limpia para abastecer estos centros de datos. Eso la convierte en un lugar ideal”, señaló Daitch.

A esto se suma el marco de incentivos fiscales que ofrece el régimen de grandes inversiones, y la reciente gira del presidente Javier Milei por Silicon Valley, donde se reforzaron los vínculos con líderes de la industria tecnológica.

Entre las empresas que participarían figura Sur Energy, fundada por los argentinos Matías Travisano —fallecido recientemente en California— y Sergio Kargiman, quienes acompañaron la delegación oficial. La compañía sería una de las proveedoras de energía eólica para el proyecto.

El costo invisible: agua, energía y empleo

Más allá del impacto positivo, Daitch invita a mirar el otro lado de la ecuación. “El gran riesgo es que el beneficio que quede en Argentina no sea tan alto en relación a los recursos que se consumen o las exenciones fiscales que se otorgan”, advirtió.

Los centros de datos no solo demandan energía: también utilizan grandes volúmenes de agua para refrigerar los servidores, un factor que ya genera polémica en otros países donde operan gigantes como Google o Amazon.

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Y aunque el anuncio sugiere una revolución productiva, el número real de puestos de trabajo podría ser limitado. “Si tomamos como referencia otros data centers del mundo, no van a generar más de 200 empleos directos una vez construidos. Es más comparable con la minería: deja movimiento económico, pero el volumen de trabajo no está a la altura de la inversión”, sostuvo.

¿Qué queda para el país?

La clave, según Daitch, será cómo se negocia el acceso local a la capacidad de cómputo. Algunos países logran acuerdos en los que parte de esa potencia queda disponible para universidades, empresas tecnológicas o investigación pública.

“Hay que evitar que sea solo una base extranjera de almacenamiento. Si Argentina logra quedarse con una parte de esa capacidad, podría impulsar su propio desarrollo digital”, afirmó.

Por ahora, el anuncio representa una señal de posicionamiento internacional. Pero, como dice Daitch, “el verdadero desafío será equilibrar lo que llega con lo que se lleva”.

Informe de Alejandro Bustos.

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