La historia jamás contada detrás del niño abandonado

Juan Federico

No sólo fue la madre la que lo abandonó. Antes, había sido el padre el que de un día para el otro desapareció. Detrás del caso del niño que el pasado martes 30 de noviembre fue encontrado abandonado en una casa de barrio Patricios Oeste, en el noreste de la ciudad de Córdoba, asoma una historia de múltiples violencias atravesadas por la droga y una marginalidad que es mucho más que de bolsillo. Un pequeño de sólo 8, con autismo, que de un momento a otro se había transformado en un invisible.

Porque al niño fueron muchos los que no lo vieron. 

Su madre, una joven de 36 años con problemas psiquiátricos, adicta al paco, al alcohol y con antecedentes de intentos de suicidios, fue alcanzada por el brazo penal de la Justicia: el fiscal Cristian Griffi ordenó su detención y la imputó de abandono de persona.

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Su padre también los abandonó mucho antes, pero no existe ningún reproche judicial sobre él. Hasta ahora, nadie había hablado de este hombre, ni preguntado por qué no lo había cuidado al niño. 

El deber de velar por el niño, se impuso de manera naturalizada en el discurso público cuando se conoció el abandono la semana pasada, correspondía sólo a la madre.

En un primer momento trascendió que la mujer, quien es trabajadora sexual, no sabía quiénes eran los padres de sus cinco hijos. Pero la investigación de la Secretaría de la Niñez, Adolescencia y Familia (Senaf) desmintió este prejuicio. 

El papá del niño que fue encontrado abandonado en su propia casa, tiene nombre y apellido. Estuvo detenido tiempo atrás y también fue internado en un neuropsiquiátrico por el consumo de drogas. Tiene antecedentes por haber ejercido violencia contra la madre del pequeño, por lo que la mujer recibió un botón antipánico.

O sea, el núcleo familiar era conocido por el Estado desde hacía tiempo. O, al menos, el Estado había recibido varias señales de alerta sobre lo que ocurría dentro de ese hogar de barrio Patricios Oeste. 

Se trata de un sector próximo a Ampliación San Jorge, una de las tantas zonas de la ciudad de Córdoba infectadas por la venta de drogas al menudeo. Donde la clase media se entrelaza con una decadencia mucho más profunda que la económica. Cuando la pobreza significa mucho más que un índice de precios.

A pocas cuadras de la casa donde vivía el niño abandonado (jamás de podría escribir que se trataba de un hogar), existe la llamada "cuadra narco": un largo callejón de Río Pasaje al 2800, en Quintas de San Jorge, a un costado de la Circunvalación, en el que proliferan los puntos de venta de droga al menudeo, pese a que una comisaría está emplazada a pocos metros de allí.

Fue por esa zona que durante casi dos días la Policía salió a buscar a la madre, luego de que se conociera que el niño había sido encontrado en estado de abandono.

En ese mismo barrio San Jorge que la mujer fue detenida el jueves 2 a la tarde. Se cree que en los últimos días había ido pernoctado en diferentes lugares. "La buscamos en casa de narcos que la tenían unas horas con ellos y luego la desechaban", resumió un investigador. Ella ni siquiera sabía que por esas horas el hallazgo de su hijo conmocionaba a los cordobeses.

Fue un vecino el que el martes 30 de noviembre llamó a la Policía y denunció que en la casa de al lado desde hacía varios días que un niño vivía bajo la intemperie más absoluta.

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El sargento Eduardo Burgos, de Bomberos de la Policìa, terminó por convertirse en uno de los primeros en ingresar en esa vivienda. 

"Recibimos la información de que necesitaban realizar una apertura en el domicilio donde estaba el niño en total estado de abandono. En ese momento no sabíamos que tenia, tratamos de hablar pero no contestaba, solo hacía señas", contó a Cadena 3.

Relató que, pese a todo, el pequeño jugaba en un colchón con objetos no identificables. Estaba desnudo, por lo que lo vistieron con ropa que le prestaron los vecinos.

"Con mi compañero le hablábamos y no respondía, solo hacía señas. Nuestra tarea de la era forzar la cerradura para logar entrar. Se trató de hablarlo para que no se asustara, que entendiera que era gente que quería ayudarlo", explicó.

"No se entiende cómo podìan tenerlo como un animal", concluyó.

El rompecabezas familiar es demasiado complejo. Después se supo que la abuela materna vivía a pocos metros de allí. Que la mujer sabía que la madre del niño solía dejarlo solos a él y a un hermanito de 12 años durante días. Por eso, se había llevado al mayor con ella. Pero, declararía luego la abuela ante la Justicia, al de 8 lo dejaron solo allí porque no sabían cómo tratar su comportamiento y en su casa el pequeño "le rompía todo". Casi a diario, el de 12 le cruzaba un plato de comida.

Tras ser rescatado, lo estabilizaron en el Hospital de Niños. Volvió a ser mirado. Su hermano de 12, ya lo está esperando en una residencia de la Senaf.

A poco de entrar, hizo su único pedido: la perrita que había acompañado a su hermanito en aquella soledad de dolor. Un vecino de Patricios Oeste la estaba cuidando. Ahora, ya está de nuevo a su lado, como leal compañía, en la residencia. Pero aún no está claro cuándo los tres volverán a estar juntos. Es que desde la Senaf evalúan que el pequeño de 8 años deberá estar un tiempo en un centro especial para niños y adolescentes con discapacidades moderadas y graves. 

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