Reforma Educativa: ¿qué propone el borrador de ley que lo cambia todo?

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El debate sobre la necesidad de reformas estructurales en Argentina ha llegado al ámbito educativo con una potencia inusitada.

El borrador del Proyecto de Ley de Libertad Educativa, que busca reemplazar a la Ley de Educación Nacional de 2006, propone un giro copernicano que, de aprobarse, redefinirá la relación entre el Estado, las escuelas y las familias.

La iniciativa, impulsada por el Poder Ejecutivo, toca fibras sensibles en 136 artículos que van desde el financiamiento hasta la pedagogía diaria.

El nuevo eje: familia, autonomía y subsidiariedad

El corazón filosófico de esta reforma radica en un cambio de paradigma: el primer artículo subraya que la familia es el “agente natural y primario de la educación de los hijos”. Esta declaración no es menor, ya que otorga a los padres un rol central, fortalecido con la creación de un “consejo escolar de padres” para la toma de decisiones junto al director.

Este énfasis en la figura familiar se complementa con la intención de que el rol del Estado sea subsidiario, una palabra que genera profunda polémica. Si el Estado solo interviene cuando la sociedad o los individuos no pueden garantizar un derecho, el concepto de la educación como un servicio público esencial y garantizado universalmente se pone en tensión.

Libertad en el aula y horarios flexibles

El proyecto propone una flexibilidad inédita en tres áreas clave:

Modalidades de cursado: se habilita formalmente el homeschooling (educación en el hogar), la educación a distancia y el formato híbrido (presencialidad y virtualidad). Quienes opten por educar en casa deberán someterse a exámenes periódicos para la acreditación.

Autonomía curricular: se permite a cada escuela diseñar hasta un 25% de su propio plan de estudios, un margen de libertad acotado (el 75% restante sigue bajo directiva estatal), pero significativo.

Calendario por horas: se sustituyen los días obligatorios por un mínimo de horas anuales de clase (720 horas para primaria y secundaria, 540 para inicial). Esto equipara las 720 horas, por ejemplo, a 180 jornadas de 4 horas, un cambio que busca asegurar el tiempo de instrucción sin atarse al formato diario rígido.

El debate más caliente: dinero y religión

Dos aspectos del borrador prometen ser campos de batalla en el Congreso:

Financiamiento subsidiario: la ley elimina la meta histórica de invertir el 6% del PBI en educación. En su lugar, se plantea un nuevo modelo donde el financiamiento público se canalizaría parcialmente a las familias a través de becas, vales educativos o créditos fiscales. La crítica es unánime: para muchos especialistas, esto abre la puerta a la mercantilización del derecho a la educación.

Enseñanza confesional: el proyecto autoriza a las provincias a ofrecer enseñanza religiosa confesional en las escuelas públicas, con carácter optativo y fuera del horario escolar. Si bien la condición de "optativo y fuera de horario" busca mitigar el impacto en el principio laico de la escuela, reactiva un debate histórico sobre la separación entre Estado e instituciones religiosas.

Finalmente, el proyecto también impone la evaluación anual y censal con las pruebas Aprender y, por primera vez, permitirá la publicación de los resultados de docentes y directivos (sin identificar individuos), generando una presión por la rendición de cuentas que hasta ahora estaba prohibida.

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