¿Dónde tiene que jugar la Selección?

Mauricio Coccolo

Para empezar, dos obviedades: la primera es que la selección argentina debería ser la selección de todos los argentinos, y la segunda es que la selección argentina nunca fue la selección de todos los argentinos. Por lo menos a la hora de elegir en qué canchas jugar.

En toda su historia, Argentina jugó 353 partidos en el país y visitó 9 de las 24 provincias, pero lo más elocuente es que el 87 % de esos encuentros fueron en estadios de Buenos Aires. Es decir: la Selección jugó en el interior apenas uno de cada diez partidos.

En competencias oficiales, la tendencia se repite: de los 120 partidos de Argentina como local, apenas 15 fueron en del interior, con el agravante de que tuvieron que pasar 72 años para ver a la celeste y blanca jugando por los puntos en una provincia que no fuera Buenos Aires.

La selección en el Monumental

En fin, la selección argentina es la selección de todos los argentinos, pero verla en la cancha parece un privilegio reservado para unos pocos. Entonces, la selección argentina se convierte en la selección de Buenos Aires.

Las discusiones sobre dónde debe jugar Argentina volvieron después de que Lionel Scaloni hiciera una rueda de declaraciones enredadas. El técnico de la Selección primero dijo que le gustan las canchas donde se siente el calor del público, y mencionó a las de Boca, Racing, Central, Newell’s y Vélez.

Todos tomaron las palabras de Scaloni como un menosprecio hacia el Monumental, y nadie hizo hincapié en que dijo que la Bombonera no era su cancha “favorita”. Fue tal el revuelo, que el técnico de la Selección tuvo que salir a aclarar que el estadio de River siempre está en los planes y agregó un mimo contando que sus hijos se hicieron hinchas del Millonario.

Aunque la tendencia cambió en los últimos años, desde siempre la Selección tuvo un estadio central: primero jugaba en GEBA, después en Sportivo Barracas (donde salió campeón Sudamericano dos veces), luego en el Gasómetro (donde consiguió otros dos títulos) y finalmente “se mudó” al Monumental de River, escenario que pasó a estar asociado con las grandes citas futbolísticas argentinas.

Más allá de las chicanas, el Monumental será por siempre el escenario de las banderas argentinas flameando mientras Passarella le ofrecía la Copa del Mundo al pueblo argentino. Curiosamente, el Mundial 78 tuvo un punto de quiebre para Argentina cuando, después de la primera rueda, tuvo que mudarse a Rosario para jugar en la cancha de Central, donde empezó la levantada del equipo de Menotti.

El Gigante de Arroyito volvería a cruzarse en el camino de la Selección cuando a Diego Maradona se le ocurrió que contra Brasil, en el 2009, sería mejor salir del Monumental para hacerles sentir la presión de la gente. Al final, lo único que se sintió fue el silencio después de cada uno de los tres goles brasileños.

La Bombonera fue elegida "es estadio más vibrante del mundo por la publicación France Football

Por esas cosas del destino, el momento más épico del ciclo Maradona como técnico de Argentina terminaría siendo en la cacha de River, el día del gol de Palermo contra Perú debajo de la lluvia.

Justamente, Perú estuvo asociado a otros dos momentos límites de Argentina en las Eliminatorias, con finales distintos. El primero fue en 1969, en la Bombonera, cuando los peruanos se llevaron un punto y dejaron a la Selección afuera del Mundial 70. El segundo, en el 85, sería parecido pero terminaría distinto: en el Monumental, entre Passarella y Gareca empujaron a la red una pelota clave para clasificar al equipo de Bilardo al Mundial de México.

La Bombonera, recientemente elegida por una revista francesa como el estadio más pasional del mundo, parece que se convirtió en la nueva casa de la Selección desde la llegada de Claudio Tapia a la AFA. Pero, en las últimas Eliminatorias, ni la energía que baja desde las empinadas tribunas consiguió que el equipo de Sampaoli pasara de un triste 0 a 0 contra Perú.

El otro detalle de la nueva era afista fue que el tradicional partido de despedida antes de viajar al Mundial no se jugó en el Monumental sino en la Bombonera. A menos de un mes del debut contra Islandia, Argentina tuvo su entrenamiento con una multitud en las tribunas y de la mano de Messi goleó a un entusiasta grupo de haitianos.

Por Eliminatorias, Argentina perdió solamente cuatro veces jugando en el país, la primera fue contra Colombia en el Monumental, el 0-5 del 93 rumbo a Estados Unidos; una de las derrotas más recordadas de la historia. La última caída de la Selección como local, buscando clasificar a un Mundial, fue en el 2016 contra Paraguay en el Kempes, el día que Bauza no sabía cómo justificar que Dybala jugara de wing derecho.

Aquella contra Paraguay fue la única derrota de Argentina jugando en Córdoba, donde además disputó otros 10 encuentros, con 9 victorias y 1 empate, dejando gratos recuerdos como el 5 a 0 a Suiza en el 80, con goles de Ramón Díaz, Luque, Valencia, Maradona y Passarella, o el 3 a 1 frente a Paraguay en el 2012, con un golazo de Messi incluido, que fue el primer partido de la Selección por Eliminatorias en la provincia.

Un detalle muy curioso de la Sección jugando de local fue lo que pasó en las dos últimas ediciones de la Copa América que se disputaron en el país. En 1987, la Argentina de Bilardo, que venía con los aires gloriosos de México, fue un fiasco: solo ganó 1 de los 4 partidos que jugó —todos en River—, cayendo en semifinales contra Uruguay y dejando el tercer puesto a manos de Colombia.

En el 2011, veinticuatro años después del fracaso en casa, la historia se repitió: Argentina fue local en la Copa América y ganó 1 solo partido de 4, aunque esta vez no jugó en Capital Federal: debutó en La Plata, pasó por Santa Fe, luego por Córdoba y volvió a la cancha de Colón, donde escuchó una silbatina como pocas veces había recibido un equipo nacional.

Pero no todas fueron malas para la celeste y blanca en casa, además del Mundial 78, la Selección conquistó 6 veces la Copa América definiendo en el país y dio la última vuelta olímpica de local en el Minella, donde levantó la Copa Artemio Franchi, en el verano del 93 después de ganarle por penales a Dinamarca.

Para terminar, otras dos obviedades: la primera es que ninguna cancha gana partidos, y la segunda es que Argentina tendría que ser capaz de ganar en todas las canchas.

Por Mauricio Coccolo.