Cuando la pelota no rodó

Gabriel Rodríguez

El Covid-19 pasará a la historia, entre otras cosas, por ser la primera vez en que el fútbol argentino detuvo su marcha por una cuestión sanitaria. En otras ocasiones, el pago de los sueldos, el reconocimiento a las obligaciones y la violencia también pararon la pelota.

Pero repasemos: la primera huelga, histórica, fue el 11 de abril de 1931 con el comienzo del “profesionalismo”, cuando los jugadores se plantaron para poner fin a la llamada “ley candado”. La misma, bajo el gobierno de facto de José Félix Uriburu, obligaba al jugador a quedar dos años sin jugar si quería ir a otro club por decisión propia. Aquella era la época de las dos asociaciones, la amateur todavía resistía, incluso con apoyo de FIFA pero el dinero comenzó a correr y así llegaron las primeras grandes transferencias.

River recibió el mote de Millonario tras los pases de Carlos Peucelle, por 10 mil pesos, desde Sportivo Buenos Aires, y la del “Mortero” de Rufino, Bernabé Ferreyra. Y “Pancho” Varallo se fue a Boca. El profesionalismo no surgió por interés de algunos jugadores, sino por intereses patronales y por la aparición del producto fútbol.

En noviembre de 1948, Agremiados le hizo huelga al primer gobierno de Juan Domingo Perón. Había demandas por la profesionalización de los derechos como vacaciones, libertad al final del contrato, mejora salarial sin tope y el reconocimiento a Agremiados. Faltando cinco fechas, el torneo se paró y se volvió a jugar pero con juveniles.

Lo que siguió fue un éxodo masivo de las figuras en el 49 como los líderes de aquel reclamo, el arquero de Independiente, Fernando Bello; el capitán de San Lorenzo, Oscar Basso y el “caudillo” del gremio y cerebro de la “Máquina”: Adolfo Pedernera.

A Colombia emigró más de medio centenar de futbolistas. Aquella incipiente liga no estaba afiliada a FIFA y los que iban allí no podían luego representar a club alguno afiliado al ente madre del fútbol mundial y escuetamente lo recordó Di Stéfano, suspendido para jugar para otra institución.

En 1949, Colombia tenía 109 extranjeros y más de la mitad argentinos como Pedernera, Di Stéfano, “Pipo” Rossi, Sastre y Pontoni.

Argentina no participó del mundial de Brasil en el ’50 y cuentan los historiadores que había dos motivos: el gobierno tenía la certeza de que el país hermano lo ganaría sin problemas y además, los mejores jugadores se habían ido del país. Esas explicaciones le dieron a Perón… ¿Hincha de Racing o de Boca?

El 5 de marzo de 1971, antes de iniciarse el Metropolitano y luego en el final del Nacional, Agremiados liderado por José Omar Pastoriza, reclama un estatuto del futbolista. El problema fue que los clubes limitaron el cupo de profesionales a 20 jugadores de los 25 estipulados. El interventor de AFA, Juan Martín Oneto Gaona avaló al gremio y después debió renunciar por presiones. 

Así, Pastoriza emigró a Mónaco; Daniel Onega se fue de River a Racing; Marzolini dejó el fútbol a los 32 años y el “Chapa” Suñé se marchó a Huracán.

En agosto de 1975, Agremiados convocó a una huelga por la firma del Convenio Colectivo de Trabajo con 36 puntos de requisitos, acuerdo “demorado” en el Ministerio de Trabajo. River y Argentinos se midieron con juveniles de Cuarta división, con victoria millonaria que anotó a través de Rubén Bruno dándole un título a River después de 18 años.

En 1984 Boca mantuvo un serio conflicto con el plantel, que realizó una medida de fuerza y terminó jugando con la Tercera. El club no quería darle la libertad de acción a Gareca y a Ruggeri quienes estuvieron dos años jugando por el 20 por ciento, ambos jugadores más Mario Franceschini de Chicago ejercieron una presión tal que tuvo el apoyo del resto. Para enero de 1985, Ruggeri y Gareca pasaban a River, y Boca recibió en compensación 200 mil dólares y los pases de Tapia y Olarticoechea. Casualmente los cuatro jugaron en la selección con Bilardo y salvo Gareca, el resto fue al Mundial de México. 

Dos años después del último título importante ganado por nuestra selección, una agresión a Claudio Zacarías en la cancha de Instituto paró el fútbol una semana, exigiendo el gremio extremas medidas de seguridad.

En 1993 en el Chateau Carreras, Javier Castrilli expulsó a cinco jugadores de Talleres y desató un escándalo que derivó en huelga arbitral como lo refleja Juan Carlos BIscay.

Agremiados reclamó por derechos de los sancionados, la intromisión de la Justicia Federal en el fútbol que casi le cuesta la desafiliación a la “T” y el posterior descenso del Albiazul.

Agremiados declaró una huelga por tiempo indeterminado, el 22 de julio de 1997 por el conflicto que involucró a seis jugadores de Deportivo Español, enfrentados con el presidente Ríos Seoane y reclamando su libertad de acción: Campagnuolo, Guede, Castillo, Fuentes, Pontiroli y Potenzoni. Estas eran las posturas de Juan Carlos Suñé, abogado del gremio y Grondona. Además, ello derivó en un crudo enfrentamiento entre Maradona y Ruggeri.

En mayo de 1998, el nombre de Víctor Perrota tomó estado público cuando dispuso la suspensión del fútbol por una serie de incidentes que tuvo como gota que rebalsó el vaso un enfrentamiento entre barras de River e Independiente.

En Primera División se solidarizaron con sus colegas del ascenso a quien la Justicia le impedía iniciar la actividad oficial por hechos de violencia y el entonces Secretario de Seguridad Interior, Miguel Angel Toma, leía propuestas de AFA para levantar la medida, apareciendo el Derecho de Admisión. (AUDIO TOMA) La jornada 17 de la B Nacional tuvo un solo en partido en fecha: el 28 de enero, Instituto le ganó a Antoniana en Salta pero se volvió a jugar recién en marzo, situación que aún está en la memoria de Darío Alaniz, ex jugador glorioso. 

A inicios de 2017 la pelota se había detenido por última vez y la medida se extendió por más de un mes: la AFA, intervenida luego del 38 a 38 y el final de la presidencia de Segura, era un caos y Agremiados impidió el reinicio del torneo 16/17 reclamando salarios y renegociar contratos de TV, en el preludio de lo que sería la implementación de la efímera Superliga. 

O sea, en otras ocasiones se trató de medidas de fuerza por reclamos salariales, contractuales y una interrupción por motivos “legales”, para detener la violencia. Esta es la primera vez que la pelota no rueda por razones de fuerza mayor, por razones de una pandemia que nadie vio venir, cual gol desde la mitad de la cancha.