La historia de Ulises Sánchez, la figura todoterreno del Belgrano de Farré

Gabriel Rodríguez

“Corro, luego existo”.

La frase podría describir la filosofía de vida de Ulises Sánchez, si no fuera tan injusta con el resto de habilidades de un chico que no deja de sorprender. El Belgrano de Farré es el líder de su zona en la Copa de la Liga, entre otras cosas, porque su jugador número 12 está atravesando un momento extraordinario. Juega, mete, hace goles… y corre sin parar.

Quizá su manera de vivir los partidos tenga que ver con que, en su niñez, correr detrás de una pelota no era solo un juego, sino una necesidad. De muy chiquito, a Ulises Sánchez le diagnosticaron asma. La recomendación de los médicos fue que vaya a natación, pero esa no era una opción al alcance de sus papás, Romina y Húber, de clase trabajadora. Entonces, el fútbol apareció como la mejor alternativa posible. Y Ulises, con apenas tres años, empezó a correr.

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Oriundo de Seeber, un pueblito del departamento San Justo ubicado a casi 300 kilómetros de Córdoba, empezó a viajar por el fútbol desde muy chico: como en el pueblo no tenía muchas opciones, viajaba varios kilómetros por semana para entrenar en el Centro Social y Deportivo Brinkmann. Ulises, categoría ‘98, se mudó junto a su familia a Río Segundo cuando cumplió 10 años, pero seguía yendo a Brinkmann los fines de semana para jugar con sus compañeros. Y vistiendo esa camiseta en un torneo amistoso, llamó la atención de uno de los clubes más importantes del interior del país. 

Con solo 13 años, partió rumbo a Santa Fe con el bolsito cargado de ilusiones para vivir en la pensión de Colón de Santa Fe. Ulises se había destacado en el torneo “Amistad de Oro” con la camiseta de Brinkmann, y los profes del “Sabalero” que habían llevado chicos a competir, lo invitaron a sumarse a sus filas. Era un paso enorme para su sueño profesional, pero él no estaba listo. La distancia con su familia se hizo imposible de llevar, y terminó regresando a Córdoba, con el temor de haber dejado pasar una oportunidad única. Por suerte para él, poco tiempo después encontraría su verdadero lugar en el mundo.

Quedó en las inferiores de Belgrano en edad de octava división, y nunca más se sacó la camiseta del “Pirata”. Fue un camino que transitó con mucha ilusión y varios sacrificios. Ponía el despertador a las 5 de la mañana y se tomaba dos colectivos de ida y dos de vuelta para poder ir a entrenar desde su casa en Río Segundo.

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La peleó durante varios años y tuvo su primera gran satisfacción en cuarta división, cuando fue campeón de su categoría con goleada a Talleres incluida. Ulises, que de chico había sido hincha de Boca, a esa altura tenía el corazón decididamente “celeste”.

El 2019 fue un año de emociones encontradas para él. Estaba por cumplir 21 años y no tenía certezas sobre su futuro en el club. Sufrió como un hincha más el descenso de Belgrano a la B Nacional. Y en ese panorama tan complejo, desde lo personal y lo institucional, recibió una de las noticias más lindas de su vida: el 23 de julio de 2019 firmó su primer contrato profesional.

Unos meses más tarde, en un duelo ante Alvarado, tuvo sus primeros minutos en cancha. Y sin embargo, al poco tiempo de debutar, el técnico Julio Constantín dejó el cargo y Ulises se sintió nuevamente a la deriva.

Hasta entonces, su versatilidad como jugador había sido un arma de doble filo: rendía en varias posiciones, pero no era el mejor en ninguna. El entrenador que se animó a apostar por él y lo puso definitivamente en el radar del hincha fue Ricardo Caruso Lombardi. 

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De un día para el otro, pasó de no ser ni suplente a jugar entre los titulares. Y a los diez minutos de su primer partido desde el arranque, Ulises devolvió la confianza con una asistencia a Pablo Vegetti, en una jugada preparada en la semana que lo tenía como pieza clave. 

Su suerte empezaba a cambiar.

Mientras sumaba minutos en el primer equipo, los técnicos pasaban y Belgrano hilaba una serie de campañas irregulares en el ascenso. El quiebre en su historia llegó de la mano de Guillermo Farré, en el que terminaría siendo un ciclo inolvidable para el club. 

Ulises tuvo sus primeras oportunidades desde el lateral derecho, se ganó el puesto a pura intensidad y terminó siendo un todoterreno, solvente tanto en defensa como en la mitad de la cancha. 

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Su velocidad se convirtió en una marca registrada en un torneo que Belgrano conquistó a pura contundencia.

Ya en primera división, el juego vertical y explosivo de Ulises encontró grandes aliados. Se complementó a la perfección con el sacrificio de Santiago Longo y el talento de Bruno Zapelli, dos joyitas forjadas en Villa Esquiú, igual que él. 

Cuando Zapelli se fue a Brasil y el equipo se quedó sin su referente en ataque, Ulises dio un paso al frente y se convirtió en una de las figuras del “Pirata”.

Así como la campaña del ascenso en 2022 fue su presentación al gran público, la Copa de la Liga 2023 lo posicionó como una de las grandes promesas del fútbol local. 

Con apenas 24 años se metió entre los máximos asistidores del torneo y sorprendió a más de uno con una actuación estelar ante Boca en el Gigante de Alberdi.

Fue la figura de la noche en aquel triunfazo de Belgrano, que le permitió al equipo escalar a la cima del torneo.

Puede jugar de lateral o de mediocampista. Puede ayudar en defensa o llegar hasta línea de fondo y asistir a un compañero. Puede proyectarse como la futura gran venta de Belgrano, sin dejar de presentarse como un pibe de las inferiores del club. 

Así es Ulises Sánchez, la figura del equipo de Farré que puede hacer de todo, y que a todo lo hace bien: jugar, meter, hacer goles… y correr sin parar.

Narración de Gabriel Rodríguez y texto de Agustín González.