Una visita guiada al conurbano bonaerense

Julio Perotti

Mucho se habla en términos políticos del conurbano bonaerense.

Hagamos un repaso sobre ese territorio desconocido para la mayoría.

Es el territorio que rodea la Capital Federal de Argentina, que desde 1994 con la reforma constitucional pasó a ser la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

También se lo conoce, aunque erróneamente, como Gran Buenos Aires. Sucede que Gran Buenos Aires incluye la Ciudad Autónoma de Buenos Aires.

Durante la pandemia nos acostumbramos también a qiue se lo llame Área Metropolitana de Buenos Aires (o AMBA).

Los límites que dividen la ciudad de Buenos Aires y el conurbano son la avenida General Paz –por el norte y el oeste– y el Riachuelo por el sur. Al este, obviamente, el Río de la Plata.

¿Por qué es políticamente importante?

Pero lo verdaderamente relevante, desde el punto de vista político y económico, es la concentración de habitantes.

Aunque el conurbano bonaerense tiene una superficie del 1 por ciento de la superficie total de Argentina, en sus 24 partidos viven 10.894.664 personas.

Esto representa el 25 por ciento de la población del país y el 64 por ciento de la población de la provincia de Buenos Aires, que tiene algo más de 17 millones en todo su territorio.

Vamos entonces a la segunda razón de la importancia del conurbano: la fuerte desigualdad social que se verifica en en sectores de ese territorio.

Buena parte de la gente vive en condiciones adversas, bajo la línea de pobreza y de la indigencia, y con la carencia de servicios esenciales, como agua y cloacas.

Es interesante leer el libro del reconocido periodista Carlos Pagni. Su título ya lo dice todo: “El nudo: por qué el conurbano bonaerense modela la política argentina”.

Efectivamente, los municipios de ese territorio son manejados, en muchos casos, por caudillos de larga data, en general peronistas. Son los llamados “barones”, casi como un título de nobleza.

Algunos nombres que nos resultan familiares: Fernando Espinoza, de La Matanza; Hugo Curto, de Tres de Febrero; Alejandro Gramados, de Ezeiza; Julio Pereyra, de Florencio Varela. La lista es larga.

Detengámonos un segundo en La Matanza, un distrito paradigmático porque el Partido Justicialista lo gobierna ininterrumpidamente desde el retorno de la democracia en 1983.

En La Matanza habitan 2.400.000 personas, de los cuales 1.200.000, el 50 por ciento, son pobres, según datos de distintas fuentes.

De ellos, 1.100.000 con electores, que suman más que cinco provincias patagónicas, por ejemplo.

Todos estos datos explican la vulnerabilidad social de un amplio territorio que consume cada vez más recursos y muestra nulos resultados de desarrollo.

Un perfecto caldo de cultivo para el clientelismo, que se resiste a irse de la Argentina en tanto les sirve a los políticos.