Del caso Loan al caso Alberto Fernández: basta de show

Sergio Suppo

La búsqueda de Loan ha llegado a su fin, y con ella, un mes y 40 días de intensa cobertura mediática que, lamentablemente, no ha dado frutos. Desde el principio, sostuvimos que todo esto podría terminar en la nada, y no nos equivocamos. Pero surge una pregunta crucial: ¿por qué desaparecen chicos en la Argentina? 

Esta mañana, Norma Morandini, enfatizó que la responsabilidad de discernir entre quién miente y quién no recae en el ciudadano, cuando debería ser la justicia la que se encargue de ello. Los periodistas, en lugar de alimentar el escándalo, deberíamos investigar lo que se oculta detrás de estos casos. La violencia contra la mujer es un tema que preocupa a nivel mundial, pero no se soluciona con consignas vacías ni con el uso partidario del dolor ajeno. 

El riesgo que corremos es que, como en el caso de Loan, construyamos una narrativa espectacular que desvíe la atención de los temas más importantes, como el abuso del poder en Argentina. La violencia contra la mujer es un asunto crítico, y es indignante que aquellos que han señalado la problemática durante años, como el kirchnerismo, hayan logrado tan pocos avances en términos concretos. Las estadísticas son alarmantes y demuestran que, a pesar de todo el discurso, los resultados son desalentadores.

En este contexto, nos encontramos inmersos en una competencia por decidir a quién creer. Los periodistas, en lugar de esclarecer la situación, a menudo terminamos trasladando operaciones y responsabilidades a la gente. Me solidarizo con las mujeres que han sido víctimas de violencia, pero también es importante reconocer que, en muchos casos, detrás de un hombre golpeador y una mujer golpeada, hay conflictos que van más allá de lo personal, como disputas por divorcios que pueden tener implicaciones económicas significativas.

No quiero profundizar en estos aspectos, ya que no es mi intención caer en un conventillo. Sin embargo, la situación se ha convertido en un espectáculo mediático, donde se discute si una herida es real o simplemente maquillaje. Alberto Fernández, por su parte, ha optado por Horacio Verbitsky para dar su versión. Este personaje, conocido por su vacunación VIP, es un símbolo de la vergüenza en nuestra sociedad. La elección de Verbitsky como portavoz dice mucho sobre el propio Fernández.

Es momento de poner fin al show, al escándalo y a la frivolidad. Necesitamos abordar estos temas con seriedad y responsabilidad. Hablo por mí y por mis colegas periodistas. Es hora de mirar más allá de la superficie y actuar con la responsabilidad que nuestra profesión exige.