Acuerdo comercial con EEUU: cuanto más abierta la economía, mejor

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Por Sergio Berensztein

El debate gira en torno al nivel óptimo de apertura comercial que debe tener un país. Argentina, como muchos otros países de la región y del mundo, ha tenido políticas proteccionistas durante mucho tiempo. La defensa de distintos sectores de la industria, del comercio y de los servicios ha sido la norma. Pero, ¿son los resultados los esperados? ¿Es Argentina un país más rico, más próspero y más igualitario luego de décadas de proteccionismo? La evidencia global responde de manera contundente: cuanta más apertura comercial haya, más riqueza se genera.

Sin embargo, esto no implica abrir la economía de forma unilateral y discrecional, sin negociar las condiciones de la apertura. Las presiones en el mundo son infinitas y abrir de manera unilateral puede afectar a sectores que no tienen condiciones igualitarias para comerciar. Por eso, los tratados son cruciales. Abrir la economía sin negociar, sin establecer condiciones para que ambas partes ganen y se eviten abusos, puede llevar a una simetría perjudicial para el país que se abre.

Un ejemplo claro es la situación con la Unión Europea. Hace más de un cuarto de siglo que se negocia un acuerdo de libre comercio con el Mercosur. A pesar de los intentos, el acuerdo no avanza, principalmente por la negativa de Francia a abrir su economía, debido a la presión de sus agricultores que no quieren competir con sectores más competitivos de Brasil, Argentina, Paraguay y Uruguay. La presión proteccionista de pequeños sectores tiene un peso político considerable, y así, 36 países que desean cerrar un acuerdo con el Mercosur se ven frenados.

Los países más abiertos, como los de la OECD, Estados Unidos, Canadá, Australia, Japón y algunos europeos, son los más ricos y los más igualitarios. Son los países con menor pobreza y más dinámicos, donde se respetan los derechos de propiedad. Por lo tanto, cuando se escuchan reacciones nacionalistas que claman que esto es el fin de la industria, es importante recordar que cerrar la economía es mucho más dañino. Imponer restricciones a la importación de tecnología, como hizo el gobierno de Alberto Fernández, solo lleva a mayores problemas económicos.

Las asimetrías en los acuerdos comerciales son inevitables. Los acuerdos se dan entre países con ventajas comparativas y competitivas distintas, y siempre hay intereses en juego. La pregunta crucial es qué intereses se benefician o se perjudican con estos acuerdos de libre comercio. Un ejemplo polémico es la protección histórica de la industria farmacéutica local en Argentina, que ha consistido en no pagar patentes. Muchos remedios producidos por laboratorios locales son copias de productos similares de otros países, y esto se debe a que los laboratorios locales han tenido un régimen especial que les permite no pagar esas patentes.

Con el nuevo acuerdo con Estados Unidos, es probable que los laboratorios locales tengan que pagar patentes. Algunos argumentan que esto es justo, aunque puede haber consecuencias adversas para ciertos laboratorios. Sin embargo, muchos de ellos son competitivos y podrían seguir operando incluso pagando patentes. En el ámbito automotriz, el acuerdo permitirá la entrada de autos norteamericanos a Argentina, lo que podría generar mayor competencia y, por ende, menores precios.

Este acuerdo brinda acceso al mercado más grande y rico del mundo, permitiendo que productos argentinos entren con menos barreras. El aluminio, el acero, los limones y la miel son algunos de los productos que podrían beneficiarse. Además, este acuerdo facilitará el intercambio de inversiones, un aspecto crucial para un país con déficit en inversión. Un país cerrado no solo limita el comercio, sino también las inversiones.

Por supuesto, hay costos asociados con este acuerdo. Si uno pertenece a un sector que se ve perjudicado, habrá pérdidas. Siempre hay ganadores y perdedores. Sin embargo, a largo plazo, los beneficios de una economía más abierta suelen superar los costos. La clave está en negociar inteligentemente y establecer condiciones que permitan a Argentina competir en un mundo globalizado.

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