Carnes: el plan caracú

El gobierno promete anunciar mañana un nuevo plan ganadero con el que promete hacernos felices a todos. Con eso, según el jefe de Gabinete, vamos a producir más, consumir más y exportar más carne vacuna. Todo al mismo tiempo. Dan ganas de pedir ya un aplauso para el asador.

El plan todavía no se conoce. Los productores ganaderos, que ya le tienen súpercontadas las costillas a todos los gobiernos que antes de las elecciones los quieren forzar a llenar gratis las parrillas de los votantes, lo miran con desconfianza.

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Vienen de hacer puchero este mes, durante el cual el gobierno, directamente prohibió las exportaciones con el fin de bajar los precios internos, que por ahora no bajaron. Sólo se hizo daño. Y ahora los productores sienten que les han hecho el vacío: el plan del gobierno parece ser el plan de los frigoríficos y los súper. Estos van a negociar tomas y dacas. Dejame hacer esto a cambio de aquello. Pero el precio del kilo vivo se les va a caer a los de siempre: a los que tienen que invertir fortunas y esperar tres años para sacar un ternero de una vaca y llevarlo al matarife.

De lo poco que trascendió hasta ahora muchos deducen que el plan tiene más agujeros que el caracú.

Por ejemplo, habría incentivos impositivos para casi duplicar el peso promedio de cada animal al momento de la faena. La idea es buenísima. Pero en lo inmediato eso implica que a un novillo de 210 kilos que estamos por carnear no lo vamos a matar hasta que llegue pase los 400 kilos. O sea, si eso funcionara ya, sería menos para carne antes de las elecciones.

También habría créditos. Pero, como siempre en Argentina, serían sólo para los "productores chicos" porque aparentemente los más grandecitos (que acá son raquíticos comparados con australianos, brasileños o canadienses) son "malos, malos, malos". O sea: al ganadero que crece por ser más eficiente, por ser capaz de producir más carne con menos recursos, lo van a castigar. Curiosa forma de incentivar la inversión y la productividad.

El plan elaborado por gente que en su vida manejó un rodeo ni implantó alfalfa para tener tres años de pasto también plantea incentivos para fomentar las inversiones ganaderas. Alguien debería decirles que si quieren fomentar la inversión deberían empezar por no prohibir exportaciones de un día para el otro, no chantajear a los exportadores con permitirles exportar a cambio de volcar carne al mercado interno a precios ficticios y otras medidas insólitas que ningún otro país hace.

El corazón del plan sería, parece, permitir una exportación equivalente al 65% de lo que se venía exportando, prohibiendo la venta al exterior de asado, matambre, vacío y otros cortes, que algunos elevan a un total de 11. O sea que no se va a exportar más, sino menos que antes. Esa es la primera mentira del plan que se anunciará mañana. Ya veremos el resto del plan caracú. Ojalá sea medianamente razonable, lo que sería mucho pedir del único gobierno del mundo que en lugar de quejarse ante los países que imponen trabas absurdas a sus productos prohíbe él mismo sus propias exportaciones.

Ojalá sea así y dejen de tener a los productores a los bifes.