O me votás o "dunga-dunga"

Por Adrián Simioni

En el país más extravangante del mundo pasan cosas rarísimas. Pero ya ni nos damos cuenta.

Por ejemplo: cada vez que vamos a votar un domingo, al día siguiente hay una devaluación.

En las Paso Massa perdió. Salió tercero. Y el lunes siguiente devaluó el peso un 22 por ciento. El dólar oficial pasó a valer 350 pesos. Muchas cosas aumentaron por eso: por ejemplo las naftas o el alimento para el ganado y por lo tanto la carne. Desde el punto de vista fiscal, es lógico. Los planes platita que larga Massa para ganar elecciones no se pagan solos. El tipo imprime pesos a lo loco para comprar votos y, como no hay dólares, después de cada elección hay que devaluar.

Como esa devaluación coincidió con que Massa había perdido, se sintió como una especie de castigo. “No me votás, te licúo el valor de los pesos que tenés en el bolsillo”, podía uno interpretar la cosa.

Este domingo fuimos a votar. Y otra vez Massa devaluó el peso bajo otro disfraz. Ahora el dólar oficial queda a 530 pesos, lo cual implica una devaluación, una pérdida de poder de compra del peso de 33%. Veremos si también se traslada rápidamente a precios.

Lo curioso es que esta vez Massa ganó. E igual nos devalúa. Nos recuerda el cuento ese en que tres exploradores se pierden en la selva y son atrapados por una tribu. Cada uno tiene que elegir entre “dunga-dunga o muerte”. Los dos primeros eligen “dunga-dunga”. El tercero, prefiere morir y entonces elige “muerte”. Y el jefe de la tribu le dice “perfecto, muerte… pero primero dunga-dunga”.

Toda devaluación, en política, es una especie de castigo, porque golpea el bolsillo de los devaluados. Por eso los gobiernos tratan de evitarla. Acá ya estamos acostumbrados a que, cada vez que votamos, el lunes siguiente nos devalúan. De hecho, ayer mismo el jefe de la tribu, Massa, nos avisó que este nuevo dólar a 530 peso va a durar hasta el 17 de noviembre, es decir, el viernes anterior a la votación del balotaje, el domingo 19. O sea que el martes 21 (el lunes 20 es feriado) tendremos, otra vez, “dunga-dunga”. Lo votemos o no.

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