Silvio Marzolini fue un gentleman del fútbol. Si prefiere se lo digo en español: Silvio Marzolini fue un caballero del fútbol.
Para muchos fue el mejor lateral por izquierda de la Argentina de todos los tiempos. Confirma esta afirmación una confiable encuesta de la revista El Gráfico, de hace algunos años.
Silvio Marzolini fue un ídolo intocable de Boca Juniors, que hasta tiene su estatua en el hall de la Bombonera. Elegante en la vida y en el fútbol.
Exquisito hasta para marcar sin pegar y salir con la cabeza levantada, eligiendo el mejor destino para la pelota, sin rifarla. Un tipo correcto y cordial.
La Prensa internacional lo eligió como el mejor número 3 de la Copa del Mundo en Inglaterra 1966. Fino y sobrio, Marzolini fue un tiempista excepcional.
Silvio combinaba la garra uruguaya a la hora de marcar y la clase de los laterales brasileños cuando debía proyectarse.
Fachero, pintón, rubio, no se despeinaba ni siquiera cuando saltaba a cabecear. Para la platea femenina era un galán que les robaba los suspiros más profundos.
Para muchos fue el mejor lateral por izquierda de la Argentina de todos los tiempos.
Silvio Marzolini nació en Barracas el 4 de octubre de 1940. Se inició en Deportivo Italiano y de allí pasó a las divisiones inferiores de Ferro Carril Oeste en 1955. Antes de debutar como profesional, lo suspendieron por 2 años por exigir jugar en primera siendo un juvenil.
Debutó en la primera del equipo de Caballito en 1959, con 19 años, en un encuentro en el que Ferro empató con Boca 1 a 1. Después de jugar sólo un campeonato en Ferro, fue transferido a Boca junto al arquero Antonio Roma, por 600 mil pesos más el pase de 5 jugadores.
Llegó a Boca en 1960 y se fue fue en 1972 cuando se retiró. Con la camiseta azul y oro fue campeón 6 veces e integró grandes equipos.
Silvio combinaba la garra uruguaya a la hora de marcar y la clase de los laterales brasileños cuando debía proyectarse.
Ganó los campeonatos de 1962, 1964 y 1965, la Copa Argentina en 1969 y los Nacionales ‘69 y ‘70, en los que fue el capitán del equipo.
En Boca jugó 480 partidos y convirtió 10 goles. Jugó 29 superclásicos frente a River y junto a Roberto Mouzo son los jugadores que más veces vistieron la azul y oro frente a los “Millonarios”.
Es el tercer futbolista con más encuentros disputados en Boca, después de Roberto Mouzo y Hugo Gatti, y el segundo que más veces jugó en la Bombonera, detrás de Román Riquelme.
Con la Selección participó de los Mundiales de Chile ‘62 e Inglaterra ‘66. Con la albiceleste jugó 28 partidos y convirtió un gol, entre 1960 y 1969.
Se retiró en 1972. El entonces presidente de Boca, Alberto J. Armando, no le perdonó su participación en la huelga de futbolistas profesionales del año anterior, e impidió que siguiera en Boca.
Armando le negó, además, la posibilidad de venderlo a Francia y le dio el pase libre, con la condición que se vaya a algún equipo del interior.
Silvio, que en su momento se negó a irse de Boca al Real Madrid y a la Fiorentina, decidió colgar los botines a los 32 años. Se dedicó a la dirección técnica, en el 1975 trabajó en All Boys.
En 1981 fue el técnico campeón del torneo Metropolitano, con la llegada de Diego Maradona y con nombres rutilantes. En 1980, dirigido por Antonio Rattin, Boca había terminado en el fondo de la tabla de posiciones.
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El equipo campeón tenía un gran plantel y los habituales titulares eran Gatti o “la Pantera” Rodríguez; Pernía, Mouzo, un juvenil Oscar Ruggeri y Córdoba; Brindisi, “El Chino” Benítez, el uruguayo Krasouski y Maradona; Escudero y Perotti.
Durante muchos años Marzolini fue el director técnico de juveniles y por poco tiempo incursionó en el periodismo deportivo. En 1995 volvió a ser DT de Boca y otra vez dirigió a Diego Maradona en su regreso al club "Xeneize", aunque no pudo repetir el éxito de 1981.
A propósito de de la pinta de galán de Marzolini: en 1967 intervino en la película “Cuando los hombres hablan de mujeres”, en 1971 participó de “Paula contra la mitad más uno” y en 1981 en la comedia “Te rompo el rating” en la que hizo de sí mismo.
Fachero, pintón, rubio, no se despeinaba ni siquiera cuando saltaba a cabecear.
Silvio Marzolini fue un SEÑOR con todas las letras dentro y fuera la cancha, un lateral exquisito, de los mejores de la historia.
Silvio Marzolini enamoraba a la platea femenina con su facha, a los seguidores del fútbol con su juego de galera y bastón y la hinchada de Boca lo convirtió en ídolo.
Silvio Marzolini fue un gentleman, un caballero del fútbol, fue ídolo y figura: la pinta es lo de menos.
