Acusan a cuatro adolescentes por un doble asesinato en Córdoba

Juan Federico

Dos jóvenes de 18 años. Uno de 17. Y otro de 16. Los cuatro tienen hoy la misma imputación: homicidio agravado por el uso de arma de fuego reiterado, dos hechos.

Se trata del doble crimen que se produjo en la madrugada del pasado domingo 23 de octubre en barrio San Roque, en el lejano oeste de la ciudad de Córdoba, un sector donde cada vez más las armas suelen hablar antes que cualquier tipo de razones.

Agustín Córdoba (18) y Luciano Décimo (21) fueron asesinados a tiros luego de que otro grupo que se conducía en diferente motos abriera fuego en contra de ellos a la salida de un boliche ubicado en esa barriada.

Horas después del doble crimen habían sido detenidos Nicolás Ezequiel Álvarez Gudiño (18) y F.B. (17). Ahora, los investigadores lograron atrapar a otros dos sospechosos: Agustín Córdoba (18, no es familiar del fallecido) y A.J.L. (16). Sobre los cuatro pesa la misma imputación.

Entre las diferentes variables, la causa se concentró en dos claves en torno a esta historia criminal: una adolescente de sólo 13 años y un boliche que asomó durante la cuarentena, con fiestas clandestinas, y que desde entonces continuó más activo que nunca.

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Aquel domingo a la mañana, Córdoba, Décimo y otros amigos de la zona de barrio San Roque y Las Flores 2 fueron a bailar al boliche conocido como "El Quincho", ubicado en ese mismo sector de la zona oeste de la ciudad.

Se trata de una densa mancha urbana que incluye también a villa La Tela, Las Pichanas y Las Violentas, entre otros sectores del mismo conglomerado. Un sector en el que la marginalidad estructural se entremezcla con una abundante oferta de drogas al menudeo, armas de fuego y un nivel de episodios violentos que está por encima de la media del resto de la ciudad, según los registros oficiales.

Fue en esta zona donde en medio de la cuarentena más inflexible emergió el boliche conocido como "El Quincho", que a través de las redes sociales promocionaba las llamadas "fiestas clandestinas". La popularidad de este establecimiento se multiplicó en muy poco tiempo: desde entonces se ha convertido en toda una referencia nocturna. Hay un detalle: no existen registros que indiquen que cuenta con alguna habilitación estatal.

En el grupo de Córdoba y Décimo también se encontraba una adolescente de sólo 13 años.

Esta jovencita terminaría por convertirse en una pieza central en toda esta historia. Su vulnerabilidad, extrema, llamó mucho la atención de los sabuesos. Cuando aquel domingo a la noche ella declaró como testigo, estaba sola, sin ningún adulto que la acompañara. Dijo que su madre la había echado días antes de la casa familiar, y que no era la primera vez que la vida la encontraba bajo la intemperie más profunda.

Según relató un amigo de las víctimas fatales, cuando estaban en el boliche, la adolescente les dijo al resto que no les convenía estar con ella allí. "Dijo que en su familia son todos narcos y que sus hermanos suelen tener problemas con otra banda del barrio, que son ''choros''. Y que estos suelen confundir a sus amigos con sus hermanos, por lo que los atacan", contó este testigo.

Y así ocurrió: en medio del boliche, la banda de "los ''choros''" comenzó a golpear al grupo de jóvenes que había llegado con la adolescente. La golpiza, relataron, fue brutal.

Los jóvenes agredidos se dispersaron para escapar de allí. El sol de la madrugada ya había asomado. De a poco, el grupo comenzó a juntarse a unas cuadras de allí, en la esquina de Santibañez y Aviador Kingsley, frente a la vivienda de uno de ellos.

Se encontraban en ese lugar, relamiéndose las heridas, hablando de lo ocurrido, cuando aparecieron cuatro jóvenes en dos motos. No les dieron tiempo a nada: abrieron fuego con una escopeta recortada, según se presume.

Córdoba cayó muerto en el acto. Décimo agonizó más de 36 horas.