Sobre el conflicto con los gremios aeronáuticos: contra el viento

Julio Perotti

Pretender que vas a lograr apoyo de la gente castigando a la propia gente es absolutamente ridículo.

Es increíble que alguien crea que va a lograr que una medida extorsiva se vuelva contra alguien de más arriba.

La gente no es tonta, no somos tontos.

Es lo que está ocurriendo con los gremios del sector aeronáutico.

La medida sindical en la empresa Intercargo, que dejó retenidos a miles de pasajeros en los aviones en Ezeiza y Aeroparque, estuvo lejos de lograr el objetivo de los gremios: salvar a Aerolíneas Argentinas de lo que parece una casi segura privatización.

Paréntesis: Intercargo es una empresa estatal, que el gobierno también prometió que pasará a manos privadas, que se encarga de ofrecer servicios de rampa a los aviones en los aeropuertos.

El conflicto se desató cuando una asamblea sorpresiva de trabajadores interrumpió, justamente, los servicios de rampas en el Aeroparque Jorge Newbery de Buenos Aires y en el Aeropuerto Internacional de Ezeiza.

Entonces, los pasajeros quedaron varados dentro de los aviones, sin poder descender.

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Según el vocero Manuel Adorni, los pasajeros quedaron “secuestrados” en diez aviones de las líneas aéreas de bajo costo JetSmart y Flybondi. (Nótese que ninguno de Aerolíneas…)

En Ezeiza se vieron afectadas 1.300 personas y en Aeroparque unas 900.

El gobierno reveló que, de ellas, 18 personas debieron ser atendidas después de estar horas y horas arriba un avión.

Sufrieron temblores, sofocamiento, convulsiones, e incluso, hubo una persona con hipertensión.

Ahora bien, cualquiera que prestase atención a las declaraciones de los afectados hubiera notado que, lejos de solidarizarse con los trabajadores, los usuarios reclamaban al gobierno que tomase medidas drásticas.

¿Cómo se resolvió por ahora? El gobierno ordenó a la Policía de Seguridad Aeroportuaria que, con apoyo de Gendarmería y Prefectura, “rescatase” a los pasajeros.

Hubo otros 15 despidos y medidas de desregulación. Todo está en evolución.

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Pero está claro que este tipo de salvajadas terminan generando opinión pública en contra.

La gente tiene derecho a viajar libremente. Lo plantea la Constitución.

Pero además para eso paga y mucho…

Lejos de frenar las ideas privatizadoras, hasta ahora estas medidas solo consiguen que el gobierno tenga más apoyo popular.

¿No sería hora que los gremios comiencen a pensar estrategias más disruptivas, más imaginativas para hacer valer sus reclamos?

Que se preserven la salud, la educación, el derecho de circular y de viajar y todos los demás derechos.

Lo demás, lejos de ayudar, genera reacciones en contrario. Salvo aterrizar o despegar un avión, ya sabemos qué pasa cuando uno intenta algo contra el viento.