La AFA-Gate: la "bola de nieve" que crece en el verano

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Por Sergio Suppo

Es extraño que en pleno verano, cuando hasta los hielos eternos se derriten, crezca una bola de nieve. Sin embargo, eso es exactamente lo que está ocurriendo con el llamado AFA-Gate. Una bola que no deja de crecer, que arrastra nombres, vínculos y escenas cada vez más cercanas a un sistema de poder político y económico que dominó buena parte de la Argentina en los últimos veinte años, con Sergio Massa como figura central de ese entramado.

El episodio más reciente es, cuanto menos, elocuente. Javier Faroni —empresario teatral devenido en dirigente político y exsenador bonaerense del Frente Renovador— intentó salir del país cuando ya pesaba sobre él una prohibición judicial. No corresponde hablar de fuga sin pruebas, pero el dato es contundente: llevaba consigo los pasaportes de toda su familia y habría intentado descartar su teléfono celular. En causas de este tipo, los gestos suelen decir más que los comunicados.

Faroni es apenas el último nombre alcanzado por una trama con múltiples aristas, pero hay dos preguntas que funcionan como columna vertebral de toda la investigación, tanto en la Argentina como, probablemente, en los Estados Unidos. La primera es simple de formular y compleja de responder: ¿de dónde salió la plata? ¿Cómo se explican los recursos que manejaban Claudio “Chiqui” Tapia, Pablo Toviggino, Faroni, Vallejo —titular de Sur Finanzas— y otros actores que empiezan a aparecer en escena?

¿Alcanzan los ingresos formales de la AFA —derechos televisivos, contratos de la Selección, sponsoreo, imagen— para justificar semejantes cifras? ¿O estamos frente a un circuito paralelo donde confluyen financieras irregulares, juego online clandestino, lavado de dinero y, eventualmente, fondos provenientes del narcotráfico y otras economías ilegales? Esa es la pregunta que hoy desvela a jueces y fiscales.

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La segunda cuestión es el destino de ese dinero. Porque si algo terminó de desnudar este escándalo fue el nivel de gasto y ostentación. No se trata de una discusión moral, sino de pura lógica económica. Quienes hemos conocido grandes empresarios y fortunas genuinas sabemos que ni siquiera los multimillonarios más encumbrados llevan adelante este tipo de vidas palaciegas. Acá hablamos de gastos estratosféricos, de una exhibición obscena de riqueza, de un consumo que parece responder a una sola explicación posible: la plata quemaba en las manos y no había dónde ponerla.

Ese desborde, esa ostentación incompatible incluso con las grandes fortunas del país, fue el primer hilo del que tiró la Justicia. Mansiones, autos de lujo, movimientos de dinero difíciles de justificar y un tren de vida que no cerraba por ningún lado. Así empezó a sangrar una investigación que está lejos de terminar.

La aparición de Faroni suma una capa política al caso. Su vínculo con Sergio Massa, quien lo incorporó a las listas del Frente Renovador, no es un dato menor. No porque implique una responsabilidad directa, sino porque habla de un sistema de poder que durante años garantizó impunidad, protección y silencio. Movimientos de fondos inexplicables y una riqueza “pornográfica” solo son posibles cuando alguien cree —o sabe— que nadie lo va a tocar.

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El punto de quiebre, como se dijo en este espacio, no fue estrictamente futbolístico. No fue el título polémico ni una discusión deportiva. El principio del fin llegó cuando el presidente Javier Milei interpretó que desde el entorno de la AFA se había promovido una denuncia contra él y su hermana a través de un pseudo medio atribuido a Toviggino, en el marco del caso de los fondos para discapacitados. La posterior eliminación de la administración de la ANDIS marca que ahí se rompió algo más profundo.

Milei encontró entonces la oportunidad de marcar un límite: estos personajes ya no tenían protección política. O, al menos, la protección que creían tener se había agotado. Desde ese momento, la bola de nieve empezó a rodar cuesta abajo.

Lo que estamos viendo ahora es apenas el comienzo. Hay múltiples juzgados investigando, nuevos nombres que aparecerán y una trama que promete ramificaciones internacionales. Todo vuelve a las dos preguntas iniciales: de dónde venía la plata y cómo se gastaba. Cuando esas respuestas empiecen a aparecer con claridad, el tamaño real del AFA-Gate quedará definitivamente al descubierto.

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