¿Pep Guardiola, el técnico más influyente del Siglo XXI?
El entrenador español cambió la historia del Barcelona y el propio Lionel Messi lo reconoce como su gran mentor. También lo ganó todo en Alemania e Inglaterra, pero sueña con otra Champions League.
15/08/2020 | 13:09Redacción Cadena 3
La influencia de un técnico en el mundo del fútbol no necesariamente está vinculada con la cantidad de títulos: algunos, muy ganadores, no dejan más que campeonatos por donde pasan, mientras que otros no necesitan de los resultados para trascender. También, hay un puñado de entrenadores que combinan las dos cosas: ganan y hacen escuela.
Josep Guardiola es uno de los técnicos más ganadores del mundo, sus 29 títulos no dejan ninguna duda, pero además se convirtió en un personaje influyente, quizás el más importante del Siglo XXI, aunque tampoco le faltan detractores.
En el último paso de su carrera como futbolista, Guardiola decidió irse a Dorados de Sinaloa para ser dirigido por un técnico que también era su amigo y sería su mentor: Juan Manuel Lillo. El propio Pep suele decir que sus influencias han sido Cruyff y Lillo.
En el proceso de transformación, mientras colgaba los botines para ponerse el traje de técnico, Guardiola también mantuvo interminables charlas con dos de los mejores entrenadores argentinos de la historia: César Luis Menotti y Marcelo Bielsa. El Flaco supo contar, después de una de las últimas reuniones, que entre los dos se hacen preguntas, pero a veces no encuentran las respuestas.
La admiración de Pep Guardiola por Bielsa quedó expuesta luego de los elogios del catalán hacia el argentino, tras su ascenso con el Leeds. Además, es conocida la historia de aquella charla que duró 11 horas y terminó con la famosa pregunta de Pep al Loco: “¿Por qué a usted le gusta entrenar? ¿Tanto le gusta la sangre?”. A lo que Bielsa respondió: “Necesito esa sangre”.
El camino de Guardiola como técnico empezó bien de abajo: su primer trabajo fue en el Barcelona B, que estaba en Tercera División y logró ascenderlo a Segunda con jugadores como Busquets, Pedro y Thiago Alcántara. Después de un año, estaba listo para su primer gran desafío.
En el 2008, cuando se hizo cargo del primer equipo del Barcelona, Pep Guardiola arrancó tomando una decisión fuerte: descartó a Ronaldinho y a Deco. Los resultados le dieron la razón porque terminó la temporada con un histórico triplete de Liga, Champions y Copa del Rey. El equipo tenía grandes jugadores que serían leyendas, como Valdés, Puyol, Piqué, Busquets, Xavi, Iniesta y Messi.
Lionel Messi se convertiría en el mejor futbolista del mundo gracias a sus condiciones y a la influencia de Pep Gardiola. Juntos, durante cuatro temporadas, hicieron del Barcelona uno de los mejores equipos de la historia. Con las colaboraciones estelares, por supuesto, de Iniesta y Xavi porque sin ellos nada hubiera sido igual.
Uno de los grandes legados para los libros sería la nueva posición de Lionel Messi, de falso 9. Algunos se animan a ponerle fecha, dicen que fue el 2 de mayo del 2009, en una victoria por 6 a 2 contra el Real Madrid cuando Pep mandó a Eto’o por la derecha y a Leo por el centro. La indicación de Guardiola parecía simple: “Cuando vayas al medio —le dijo a Messi—, te alejas de los centrales y juegas a espaldas de los mediocampistas. Xavi e Iniesta te pasarán el balón y tú lo que debes hacer es encarar hacia la portería”. Simple.
El juego de posición, la posesión, el tercer hombre, la presión alta y la recuperación rápida de la pelota se convirtieron en marcas registradas de un estilo ganador que sería replicado por otros clubes en el mundo. Pero junto con los campeonatos también aparecieron los críticos.
El mano a mano entre Guardiola y Mourinho será recordado durante mucho tiempo como uno de los grandes enfrentamientos entre dos técnicos bien distintos. La rispidez empezó a notarse después de que el Inter de Mou eliminara al Barcelona de la Champions en 2009. Luego coincidirían en La Liga y más tarde volverían a encontrarse en Manchester. Siempre manteniendo la distancia.
El contrapunto de estilos, tan viejo como el fútbol, dividió las aguas de los fanáticos. Al final del camino, separando lo importante de las chicanas, ganó el juego. La discusión sobre las formas enriquece el debate, que ninguna verdad sea absoluta y eterna permite un intercambio de opiniones donde no hay invictos.
El 25 de mayo del 2012 se terminó uno de los ciclos más brillantes de la historia del fútbol mundial: Barcelona le ganó 3 a 0 al Athletic de Bilbao, levantó la Copa del Rey y Pep Guardiola se despidió del club dejando 14 títulos y un legado inconmensurable.
Después de un año sin dirigir, la pregunta invadía los medios: ¿podrá Guardiola volver a ganar en otro lado, sin Messi? Cuando aceptó el desafío de sentarse en el banco del Bayern Munich crecieron las dudas: ¿cómo haría para imponerse en un fútbol tan particular como el alemán? El Bayern seguiría dominando en la Bundesliga, pero el tema era si Pep podría trasladar sus formas al club y, fundamentalmente, levantar la Champions.
Durante las tres temporadas que Guardiola dirigió al Bayern el equipo ganó de punta a punta el campeonato local, pero siempre se encontró con una piedra española en el camino hacia la Orejona: Real Madrid en 2014, Barcelona en 2015 y el Atlético de Madrid en el 2016.
A diferencia de lo que había hecho cuando se fue del Barza, luego de despedirse del Bayern, Guardiola aceptó inmediatamente la oferta del Manchester City. La rueda, casi sin detenerse, seguía girando y tenía por delante el terreno de la mejor liga del planeta: la Premier inglesa.
De arranque, Guardiola ganó los 10 primeros partidos que dirigió en el City. Tranquilo. Pero la primera temporada no tendría el final soñado: afuera en octavos de la Champions y 3º en la Premier parecía poco para tantos millones. Y lo era.
En el 2018 la maquinita de récords volvería a funcionar: ganó el campeonato cinco fechas antes y terminó con 100 puntos y 106 goles. Una bestialidad. Al año siguiente, Manchester City repetiría la vuelta olímpica permitiéndole a Guardiola presumir de haber ganado 8 de las 11 ligas nacionales que dirigió en toda su vida entre España, Alemania e Inglaterra.
Como si aún tuviera que demostrar su capacidad, en la columna del debe los más críticos le reclaman a Guardiola que gane la Champions sin Messi. Algo que en los hechos efectivamente no pudo conseguir. Todavía. Por estos días, en Portugal, las cartas del equipo inglés pintan bien y lo ubican como uno de los candidatos para quedarse con el premio mayor.
Serán los resultados, como siempre, los que determinen qué lugar ocupará en la historia el Manchester City de Agüero, De Bruyne, Walker, Gabriel Jesús, Silva, Fernandinho, Sterling y compañía. También, desde el banco, Guardiola espera terminar con el maleficio.
Pep Guardiola, al margen de lo que pase en los 90 minutos del próximo partido, ya está entre los grandes técnicos de la historia del fútbol mundial. ¿Será mucho decir que es el más influyente del Siglo XXI?
