El camino de Nacho Fernández, símbolo del River de Gallardo

Raúl Monti

Corría el mes de diciembre. Había terminado el torneo jugando en un gran nivel con la camiseta de Gimnasia y varios clubes del exterior daban señales de interés. Una noche, sonó el teléfono. Del otro lado le hablaba Marcelo Gallardo. Hoy, varios años después de ese llamado, Ignacio Fernández sabe que no pudo haber elegido mejor. 

Si le preguntan de dónde es, él responde de Dudignac pese a haber nacido en Castelli. Sucede que desde los dos años, su vida transcurrió en este pequeño pueblo bonaerense de 3.500 habitantes.

Sus papás, ambos médicos, decidieron mudarse a Dudignac por razones laborales y criaron a sus cuatro hijos con la tranquilidad propia de una localidad tan pequeña.

Nacho fue el último en llegar y con él sus padres cerraron la fábrica. El más chico de los Fernández heredó la pasión futbolera de su papá Pablo y de su hermano mayor y comenzó a correr detrás de la pelota en Club Atlético y Social Dudignac.

Cuando Nacho tenía 12 años, la familia se movilizó a La Plata para acompañar a su hermano Pablo que dejaba el pueblo para cursar sus estudios universitarios en la capital bonaerense. Un poco por incentivo de su papá y otro poco por iniciativa propia, se sumó a una prueba de juveniles en Gimnasia de La Plata.

Después de unos días, recibió el sí de parte de la gente del "Lobo" y decidió quedarse a vivir en La Plata. Entonces, se mudó con su abuela y una tía para estar más contenido y que sus hermanos mayores no tuvieran tantas responsabilidades.

A pesar de sentirse acompañado, estar lejos de casa se le hizo muy complicado y llegó a pedirle a su mamá que lo fuera a buscar convencido de dejar todo.

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Finalmente, decidió quedarse y poner todas las fichas en su pasión. Después de vivir un tiempo con su abuela, se mudó con hermana mayor y fue ella la principal encargada de cuidarlo y revisarle las tareas de la escuela.

Su físico flaco, alto y desgarbado siempre llamó la atención, pero no tanto como sus inobjetables cualidades técnicas. En inferiores jugó casi siempre de carrilero por izquierda y en reserva llegó a destacarse marcando unos cuantos goles.

El debut le llegó un poco más tarde de lo habitual. Ya tenía 20 años cuando Pablo Morant lo llamó y lo mandó a la cancha. Ese día jugó apenas 15 minutos y no fueron suficientes para dar vuelta el marcador, pero sí para desatar la locura de Dudignac que festejó el primer partido oficial de la joven promesa del pueblo.

Después de ese puñado de minutos en cancha, no tuvo más posibilidades de mostrarse y el DT le aclaró que no lo tendría en cuenta. Ante esta realidad, Nacho decidió dejar el club y buscar nuevas oportunidades en otro lado: firmó con Temperley para jugar en la tercera categoría del fútbol argentino.

En el "Gasolero" jugó casi siempre y se destapó con 10 goles y 9 asistencias en apenas 30 partidos.

Con esta experiencia en la mochila, Nacho volvió a Gimnasia para pelearla. Pero Pedro Troglio no le dio demasiadas esperanzas. Perdido por perdido, decidió quedarse y seguir insistiendo.

Cuando Troglio le dio la primera chance, Fernández la aprovechó como si fuese la última y logro afianzarse en el equipo titular del "Lobo" que por entonces disputaba la B Nacional.

A mediados del 2013, más de 10.000 hinchas acompañaron al equipo al estadio Kempes donde Gimnasia derrotó a Instituto y festejó el ansiado ascenso a Primera. Troglio logró levantar al Lobo con grandes actuaciones de Nacho, Monetti, Licht y Niell.

Luego del retorno a la máxima categoría, el "Lobo" estuvo muy cerquita de coronar el sueño de ser campeón. Metió una racha de varias victorias consecutivas y a falta de 2 fechas lideraba el Torneo Final 2014. Sin embargo, no pudo sumar en los últimos partidos y River se quedó con los laureles.

Ya consolidado en Gimnasia y en la mira de varios clubes, a finales del 2015 Nacho volvió a casa para descansar unos días y recibió un hermoso regalo de sus vecinos. En Dudignac, el pequeño pueblito donde creció soñando con jugar a la pelota, decidieron nombrarlo ciudadano ilustre y colocaron una gigantografía suya en la entrada principal del pueblo.

Pero esta no fue la única emoción de aquel diciembre inolvidable. Una noche como cualquier otra, su teléfono comenzó a sonar insistentemente. Del otro lado, Marcelo Gallardo lo invitaba a subirse al tren River Plate. Nacho no necesitó ni un minuto para pensarlo.

A comienzos del 2016, Ignacio Fernández se sumó a un plantel colmado de estrellas que lo recibió con los brazos abiertos.

De buenas a primeras, Nacho se vio recibiendo órdenes tácticas de parte de aquel talentoso enganche que veía brillar por televisión. Parecía increíble tener a Gallardo parado al frente.

Con el 26 en la espalda y la banda roja cruzando el pecho, poco a poco fue mostrando sus habilidades. En Nacho, Gallardo encontró a la pieza justa para darle salida prolija a su equipo.

A unos meses de su llegada, saltó a la cancha para jugar la Recopa Sudamericana frente a Independiente Santa Fe y festejó con mucha emoción el primer título de su carrera.

Antes de terminar un muy buen 2016, el Kempes fue otra vez el escenario de una gran alegría para Nacho. River derrotó a Rosario Central en un partido vibrante, él sumó el segundo trofeo en su palmarés y además fue elegido en el 11 ideal de la competencia.

El año siguiente, mantuvo su buen nivel y repitió el festejo en Copa Argentina marcando el gol del triunfo frente a Atlético Tucumán.

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La temporada 2018, estuvo marcada por dos finales frente al eterno rival y en ambas River salió victorioso, con Nacho Fernández en gran nivel.

Primero fue la Supercopa y luego la histórica final de la Libertadores, que dejó al equipo de Gallardo en lo más alto del fútbol continental.

En este 2021, "Nacho" podría dejar el club para sumarse al Atlético Mineiro, de Brasil. Si su salida se concreta, dejará un grato recuerdo en los hinchas del "Millonario", que disfrutaron su talento y sus goles.