No siempre la alegría es brasileña

Claudio Zuchovicki

La devaluación en Brasil genera un debate interesante sobre sus implicaciones para Argentina. No siempre la alegría es brasileña. Recuerdo las épocas en que los brasileños se reían de nosotros, incluso tirando billetes de mil pesos en los partidos de fútbol. Hoy, la situación ha cambiado y Brasil enfrenta un panorama complicado.

El déficit fiscal en Brasil alcanza casi 7 u 8 puntos, lo que se traduce en un aumento de la deuda. A diferencia de Argentina, donde la emisión de dinero ha sido un problema, Brasil mantiene su deuda en reales, lo que complica aún más su situación. La inflación y el aumento de la tasa de interés del 11 al 14% anual generan un círculo vicioso de creciente deuda y déficit cuasi fiscal.

Este ajuste, que el mercado no ha recibido bien, refleja una incomodidad política en Brasil. Las expectativas de cambio, similares a las que se vivieron en Argentina en 2023, empiezan a surgir. Petrobras, la principal empresa petrolera de Brasil, ha visto caer su valor de manera alarmante, lo que evidencia la crisis que atraviesa el país vecino.

¿Cómo afecta esto a Argentina? La competitividad se ve comprometida. Aunque no se soluciona devaluando, es evidente que en el verano habrá más argentinos viajando a Brasil que brasileños viniendo a Argentina. Esto deja a nuestro país en una situación desfavorable desde el punto de vista competitivo.

La velocidad con la que cambian las circunstancias es sorprendente. Hace poco, los brasileños se burlaban de nosotros, y ahora se quejan de lo caro que está Argentina. Este zigzagueo de la economía nos enseña a no ser soberbios. Hoy, un billete de mil pesos tiene más poder de compra que un real, que se ha devaluado un 20%.

Las claves de esta situación son complejas, pero lo que queda claro es que el contexto económico de Brasil impacta directamente en Argentina. La historia económica de ambos países es un recordatorio de que las circunstancias pueden cambiar rápidamente.