Líderes fuera de la cancha

Mauricio Coccolo

El mundo del fútbol se conmovió con la despedida de Marcelo del Real Madrid. Uno de los mejores laterales de la historia y el club más ganador de todos los tiempos terminaron una relación de 16 años y 25 títulos. Toda una vida.

Marcelo supo qué cuerdas tocar para decir adiós con altura. Elogió a los empleados de la institución que lo acompañaron desde que llegó con 18 años, le agradeció a Raúl y habló de la importancia de su familia. El brasileño se permitió las emociones compartidas con millones de hinchas.

Los números de Marcelo en el Real Madrid son impactantes: 546 partidos, 38 goles y 25 títulos que lo convierten en el jugador más ganador de la historia del club. Levantó 5 veces la Champions, una locura.

El punto final llegó después de una prolongada serie de puntos suspensivos y ese fue el último aporte de Marcelo a la Casa Blanca: ya casi no jugaba, pero seguía jugando. Desde el banco, Marcelo siguió siendo el capitán aunque no llevara la cinta, fue un referente sin tocar la pelota.

Los grandes jugadores saben poner los intereses colectivos por encima de los individuales y son capaces de resignar una parte del ego, sostenido por los éxitos del pasado, para seguir ganando. Marcelo fue uno de los últimos ídolos que se retiró jugando sin jugar.

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Hace poco, en el fútbol argentino se retiró siendo suplente, pero aportando desde afuera, Leonardo Ponzio en River. El volante sabía que ya no estaba para ser titular, pero seguía teniendo ascendencia sobre el grupo.

Los aportes de Ponzio pasaron desapercibidos para el gran público, lo suyo dejó de ser recuperar y meter en el medio. Ya no jugaba los domingos, pero jugó como nunca durante la semana, hablando con los más jóvenes, marcando el camino, siendo el primero en llegar y el último en irse.

Una anécdota contada por el propio Ponzio demuestra la importancia de los jugadores con su perfil. El ex capitán de River dijo que Girotti, uno de los pibes del plantel, le preguntó qué auto comprarse y aprovechó para dejarle una enseñanza sobre cómo moverse en la vida profesional.

En la actualidad, River tiene a Javier Pinola y Jonathan Maidana en el plantel para guiar a los compañeros desde la experiencia que acumularon durante tantos años de carrera. Manejan el vestuario, hablan con los dirigentes y conocen cada rincón del club.

Durante la última parte de su carrera, Carlos Tévez fue el máximo referente de Boca. Especialmente cuando Guillermo era el técnico, Carlitos, que jugaba poco, se convirtió en un puntal para los más chicos apoyando desde afuera.

Tévez cerró el círculo: cuando empezó, siendo muy pibe, le tocaba escuchar, mirar, aprender y hablaba poco, con el paso del tiempo, los partidos, los goles y los títulos llegó al lugar de esos futbolistas a los que antes admiraba.

Uno de los mejores ejemplos históricos de referentes de Boca en retirada fue Guillermo Barros Schelotto. Durante el ciclo de Basile, el Mellizo era suplente de Palacio y muchas veces quedaba afuera de los convocados, pero asumió un rol complementario decisivo para ganar 5 títulos.

Hace unos años en el plantel de Talleres estaban Mauricio Caranta y Javier Gandolfi, los dos habían llegado como refuerzos, pero ya en la parte final de sus recorridos profesionales, terminaron siendo suplentes. ¿Por qué seguían? Por sus aportes afuera de la cancha en el día a día.

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Es común que los referentes que no juegan pasen inadvertidos, pero se nota cuando faltan, cuando no están. Lo que ocurre con el plantel de Talleres en la actualidad es una muestra: no tiene un líder con años y experiencia en el lomo. Siempre hacen falta los futbolistas con más pasado que futuro.

A lo largo de toda la historia, la selección argentina tuvo muchos jugadores que jugaban poco y nada, pero seguían siendo convocados por sus aportes positivos para el grupo. El caso emblemático, y más reciente, fue el de Ezequiel Lavezzi.

Con el Pocho Lavezzi pasó lo de siempre: las evaluaciones dependen de los resultados. Cuando la Selección ganaba se decía que era importante su presencia por la frescura que aportaba, pero cuando los resultados no se daban se lo acusaba, burdamente, de cebador de mates.

La mera acumulación de años y partidos no convierte a un futbolista en referente, tampoco todos los que tienen carreras extensas se sienten cómodos asumiendo ese rol, hacen falta cualidades específicas: liderazgo, carisma, voz de mando y compañerismo.

Además de las características individuales son fundamentales las dinámicas grupales, ningún líder se impone porque sí, porque él lo decida. El referente se construye desde abajo hacia arriba y son sus compañeros quienes lo aceptan o no.

Un subtema para el diván es el de los famosos líderes negativos. ¿Existen? ¿Cuánto dura un líder negativo? ¿Puede ganar partidos y campeonatos un grupo conducido por una persona que influye de forma negativa en sus compañeros?

Se sabe: el fútbol es muchísimo más que once tipos corriendo detrás de una pelota para tratar de meterla en el arco rival. Hay pasiones, sentimientos, egos, intereses emocionales, económicos y todo ese ecosistema humano necesita sí o sí de referentes que jueguen aún sin jugar.

*Narración de Mauricio Coccolo. Edición de Érika Andújar.