"El Veredicto", teatro del bueno, comprometido y recomendable

Por Alberto Roselli

Sabido es que Córdoba se ha ganado a lo largo de los siglos ya, la fama de ser origen, cimiento y construcción de valores y hechos intelectuales, políticos, deportivos y sobre todo artísticos que sumaron al apodo casi solemne de “la docta”.

Entre esas valoraciones nadie de los treinta y pico para arriba podrá negar que las peñas barriales cordobesas desde lo informal o la calidad musical y teatral que forman parte de la historia grandiosa de nuestros teatros como el San Martín-Rivera Indarte, han traspasado fronteras siempre con una identidad propia.

A tal punto que no son pocos los oriundos de otras provincias que gracias al argumento tantas veces truncado de conseguir un título universitario, encontraron en el camino su vocación artística.

Rindo homenaje a esta Córdoba que como madre no renegó nunca de ninguna iniciativa individual y colectiva y a todos da su oportunidad.

A una de estas iniciativas teatrales nacidas y desarrolladas en Córdoba, bien en Córdoba, quisiera referirme ahora.

He podido asistir a la presentación teatral de una obra escrita y actuada por actores, algunos más profesionales que otros, pero todos impecables, que aborda una cuestión de esas que damos por supuestas; que de tanto convivir hacemos como que no la vemos y que es mucho más seria de lo que creemos.

“El veredicto”, tal el título, va de la instancia final de un juicio donde los órganos denuncian a su “dueña” por no cuidar su salud. Es más: por elegir ser obesa y pretender autoconvercerse de que “soy dueña de mi cuerpo” es suficiente argumento.

No es una apología de la salud y sus siempre nuevas modas, tampoco de ideologías facilistas. Ni siquiera pretende imponer un concepto de libertad relativista.

Es un canto a la vida. Una provocación sana y valiente a redescubrir la propia dignidad. Una muy respetuosa expresión del mejor concepto de libertad, de esa que se construye cada día con esfuerzo y nunca sólo. Por eso destaca hábil y provocadoramente la necesidad vital de no aislarse ni aislar a nadie.

Es una obra inclusiva sin necesidad de nuevos lenguajes, un melodrama que arranca risas, aplausos y lágrimas sin apelar a recursos no permitidos.

“El veredicto” es una obra cuyo libro y dramaturgia pertenecen a la talentosa actriz y autora cordobesa Patricia Martínez, quien encabeza y dirige un elenco de dieciséis actores -impecables- y que coordina, no sin ayuda, la puesta técnica, en la siempre coqueta, pulcra y familiar sala María Castaña, avalada por mismísimo Instituto Nacional del Teatro.

Como yapa, mencionar que el Concejo Deliberante de Córdoba decretó el Beneplácito por la obra, detalle valioso y destacable.

Una pena que la próxima función esté programada recién para el 3 de octubre.

Es recomendable y vale la pena no sólo asistir, sino también arriesgar para multiplicar las presentaciones y los escenarios, incluso y sin miedo a nivel nacional.

En un momento el texto expresa: “Cambiar la manera de pensar cambia la manera de vivir”.

Vale la pena… la obra y también intentarlo. 

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