Las balas pican cerca de Cristina

Adrián Simioni

Fue una semana horrible para Cristina Fernández en el plano más delicado para ella: la Justicia. Todos fueron malos presagios.

Empecemos por el principio. Hace unos meses la Corte Suprema había declarado inconstitucional la ley actual que determina cómo se integra el Consejo de la Magistratura, el órgano que designa y remueve jueces. Y le dio al Congreso tiempo hasta el 15 de abril para dar una nueva ley. Si no, tiene que volver a regir la vieja ley, con la que el kirchnerismo quedaría en minoría en el Consejo.

Ayer, Cristina logró que sus senadores dieran media sanción a una nueva ley, que podría asegurarle retener su cuota de poder. Pero, claro, esa norma fue rechazada por la oposición.

Ahora esa ley pasó urgente a Diputados para que se sancione antes del 15 de abril. Pero resulta que el jefe de los diputados K que reemplazó a Máximo, Germán Martínez, ya avisó que no tiene una mayoría y que el plazo es muy corto para que él pueda reunirla, sobre todo porque, como no es consensuó con Cambiemos, no tiene de dónde sumar votos.

En definitiva, a menos que la Corte dé un nuevo plazo, Cristina está en riesgo de perder poder de presión sobre los jueces que la juzgan.

Para colmo, anteayer la Corte rechazó todos los recursos que habían presentado que Julio De Vido, Lázaro Báez y otros exfuncionarios y empresarios en las causas Sueños Compartidos, Ruta del dinero K y otras por lavado, coimas en y subsidios al transporte. Mala señal. No todas las causas por corrupción se han caído, como se ve.

Por si fuera poco, la Justicia entrerriana acaba de condenar a 8 años de prisión al exgobernador de Entre Ríos y hasta hace unas horas embajador en Israel Sergio Urribarri. Urribarri fue probablemente el gobernador más hipercristinista de todos. Balas que pican cerca.

Y la cereza del postre son las elecciones que han realizado los jueces federales por un lado y los abogados por otro para designar a sus representantes en el Consejo de la Magistratura: las listas K perdieron los dos comicios, con lo que, efectivamente, las balas de Cristina para presionar sobre los jueces van a comenzar a escasear.

Todo sucede, encima, justo cuando ella está abandonando a Alberto Fernández, lo que la debilita.

Si esto fuera una película, uno diría que está a punto de empezar esa escena en la que Pepita la pistolera empieza a retroceder, a los balazos, para intentar replegarse hacia algún refugio seguro. Si es que queda alguno.