El desafío de Lula: sumar a la otra mitad

Carlos Marcó

Lula ha sido electo por tercera vez. El líder del PT es consciente de que su gran desafío no sólo pasa por consolidar las mejoras económicas ni aliviar a los sectores más desprotegidos.

Lula sabe que la gran batalla que debe emprender es convencer a la mitad de brasileros que no lo votó de que puede ser un presidente abarcador y pacificador.

Quienes no lo votaron lo repudian. La tarea no es fácil. Son los que quedaron absolutamente desencantados por sus escándalos de corrupción y sus tendencias populistas.

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San Pablo, el conglomerado urbano más productivo del país, volvió a rechazar al candidato a gobernador del PT, Fernando Haddad.

Es otra clara demostración de la antipatía que generan las políticas lulistas entre los habitantes de la ciudad con más empresas e industrias del país.

Su mirada paternalista y su ánimo pacificador no convencieron en esta larga campaña electoral al 49 % de la población brasilera.

De ahora en más, le espera un gobierno con severas limitaciones de aceptación popular y con un parlamento hostil.

La pericia política del viejo líder deberá afrontar ese gran desafío: unir al pueblo brasilero tras un objetivo común.

Habrá que ver, además, qué estrategia desplegará Bolsonaro, siempre afecto a la profundización de las heridas.

Esta tercera presidencia será mucho más difícil para Lula que sus dos gestiones anteriores.