Unas zapatillas robadas, el detonante de una brutal balacera

Juan Federico

Hay expedientes que exudan realidad. Que no sólo terminan por robustecer una hipótesis específica en torno a un caso en particular, sino que tiene la fortaleza de mostrar los hilos invisibles de una porción de la sociedad. Causas penales cuyo relato comienza a adquirir la síntesis de universalidad.

Todo ocurrió durante una noche difícil de olvidar para los argentinos. Entre el atardecer del sábado 10 de julio último y la madrugada del domingo 11. En Brasil, el seleccionado de fútbol de Argentina vencía al local y volvía a levantar una Copa América después 28 años. 

A 2.800 kilómetros de allí, en esa mancha urbana conformada por los barrios Las Violetas, Villa Martínez, villa Las Pichanas, Parque República, San Roque Los Filtros y Las Flores 2, en el oeste profundo de la ciudad de Córdoba, los festejos iban a trocar en tiros y muerte.

Un par de zapatillas Nike naranja fueron el detonante de lo que luego se iba a convertir en una brutal balacera. Por supuesto que es imposible reducir lo ocurrido al robo de esas zapatillas, sino que es necesario entender todo un contexto urbano y social en el que las armas suelen hablar antes que las razones.

La investigación de los detectives de Homicidios que lideró el fiscal Juan Pablo Klinger ha trazado una radiografía sobre la violencia en su estado más puro. Un caso que a fines de 2021 fue elevado a juicio y cuyo tribunal acaba de ser designado: todo terminará por ventilarse en la sala de audiencias de la Cámara 9ª del Crimen.

De acuerdo a esta reconstrucción, el pasado sábado 10 de julio, minutos después de las 20, Leonel Damián "Chancho" Domínguez y Nahuel Emanuel Román se subieron a un Volkswagen Gol gris, con la luneta cubierta con un nylon, y fueron hacia el cercano barrio de Parque República a recuperar las zapatillas que días antes le habían robado a Román. 

"Román, quien se encontraba del lado del acompañante, descendió del rodado, se aproximó hacia el sector delantero de la vivienda donde se encontraba Alexis Agustín Juárez Schettini y exhibiendo un arma de fuego de color gris, le apuntó a la altura del pecho, a la vez que le expresó de manera violenta ''dame esas zapatillas que son mías'' y ''ya sé quién te las vendió''. Mientras tanto Domínguez, que también había descendido del rodado y que aparentemente también portaba un arma de fuego, permanecía expectante y a poca distancia del lugar donde su compinche Román perpetraba el reclamo patrimonial ilegítimo. Ante la intimidación desplegada por Román al apuntar al cuerpo de la víctima con un arma de fuego, Juárez Schettini se sacó las zapatillas que tenía colocadas y se las entregó a Román".

Pese a que los recién llegados se retiraron con las zapatillas, la secuencia recién comenzaba. En la causa se sostiene que esa noche, en Las Violetas, los integrantes del equipo de fútbol barrial "El Zorzal" se habían juntado a comer un asado y ver la final de la Copa América. Cuando el partido terminó, dos miembros del grupo, L.C. y J.A.Z., se fueron hacia Parque República, a la casa del amigo de ellos Juárez Schettini para pedirle una campera. El reloj indicaba que faltaban 15 minutos para la medianoche y la idea era seguir los festejos.

Cuando Juárez Schettini ingresó para buscar la campera, otra vez estacionó el Volkswagen Gol frente a la casa de Parque República. Siempre según la acusación, Domínguez y Román se bajaron armados y encañonaron a C. y Z. Les exigieron que les entregaran sus teléfonos celulares. Y se fueron.

Ante esto, las víctimas del robo volvieron a Las Violetas y le contaron a sus compañeros de equipo lo que acababa de suceder. La noche ya había trocado en madrugada y los miembros de "El Zorzal" no dudaron en postergar los festejos: se subieron en dos autos y salieron a vengar lo sucedido. 

Ramón Núñez, Jorge Matías "Cara de Torta" Duveaux y Juan Matías "Gringo" Trejo Valdez se sentaron en un Fiat Punto, mientras que Juan Francisco Oviedo y Leandro Florencio Agüero hicieron lo propio en una Ford Eco Sport.

Encararon directo hacia la última parte de barrio San Roque, ya en Las Pichanas, donde vivía Domínguez. Allí, se sostiene en la causa, no lo encontraron, pese a que se bajaron a tocar la puerta. Pero cuando se estaban por retirar, advirtieron cómo llegaba el Volkswagen Gol. No hubo tiempo a las palabras: todos comenzaron a disparar, según se sospecha en la investigación.

Núñez fue atravesado por un balazo en el abdomen: murió en el Hospital de Urgencias. Los médicos sí lograron salvarle la vida a Duveaux, quien tenía un disparo en un costado del tórax. Trejo también resultó herido: recibió un tiro en el brazo derecho. Dijo no saber qué le había pasado. Lo derivaron al Hospital Misericordia, donde él mismo “se dio el alta” tras recibir las primeras curaciones.

Al quedarse sin balas, Domínguez y Román intentaron escapar, pero chocaron el auto contra un poste y ya no lograron arrancarlo. Tuvieron que huir corriendo, en medio de una lluvia de balas. No resultaron heridos y recién fueron localizados y detenidos semanas después.

Ambos han negado los hechos por los que se los culpa y no han declarado mucho más. Permanecen detenidos a la espera del juicio. El fiscal Klinger "les tiró con el Código Penal por la cabeza", tal como se dice en Tribunales cuando a los acusados se les endilgan diversos delitos: robo calificado por el uso de arma de fuego, homicidio simple agravado por el uso de arma de fuego, partícipe necesario de robo calificado por el uso de arma de fuego de operatividad no acreditada reiterado, robo calificado por el uso de arma de fuego de operatividad no acreditada en grado de tentativa y abuso de armas reiterado.