Un cruce que, todo indica, estaba pactado. Lo peor de la interna por el control de la barra brava del club Belgrano volvió a quedar en evidencia el sábado pasado, a poco más de una hora del comienzo del partido contra Platense, cuando dos facciones cruzaron tiros y golpes a la vista del grueso de los hinchas que sólo tuvieron que resignarse a buscar refugio en medio de tanta brutalidad.
El saldo, según informó la Policía, fue de tres autos con impactos de bala, una casa también alcanzada por un tiro perdido y un agente que debió ser asistido en el Policlínico, con politraumatismos. Un barra que se escondió en una pensión cercana fue divisado gracias al monitoreo de las cámaras del 911 y detenido: se le secuestró un revólver calibre 38 con cinco proyectiles en el cargador.
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Barras de Belgrano a los tiros.
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Las fuentes consultadas aseguran que, en realidad, hubo muchas más armas de fuego en la batalla que se libró en medio de las adyacencias del estadio celeste, en el cruce de Silvestre Remonda e Igualdad. Fue necesario que la Policía disparara gases lacrimógenos y balas no letales para dispersar a los que peleaban. Luego, la mayoría de ellos ingresó a las tribunas.
A esta altura, quienes conocen bien de cerca esta interna no dudan en afirmar que lejos está la disputa en dirimir quién canta más fuerte adentro de la cancha. En realidad, hoy ser barra brava en Belgrano, al igual que en Talleres e Instituto (los tres clubes que juegan en Primera), significa administrar un millonario negocio del que poco se investiga en Córdoba.
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Se trata de verdaderas organizaciones con tentáculos múltiples: además del a cancha, las barras controlan territorios (naranjitas y otros "peajes"), tienen aceitados vínculos con los sindicatos más fuertes de la provincia y, sobre todo, hace tiempo que se alquilan para generar ruido en los actos políticos. Son verdaderas fuerzas de choque.
En Belgrano, la puja interna hizo eclosión luego de que el referente histórico de "Los Piratas", Roberto "Loco Tito" Ponce fuera obligado a dar un paso a fines de 2021. Su lugar fue ocupado por dos de quienes durante años habían sido sus lugartenientes, Pedro "el Gitano" Minuet y Lucas Pavón (vinculado al sindicato de recolectores de basura).
Pero Ponce no entregó todo su poder: se quedó con los contactos políticos, sindicales y los aceitados vínculos que cosechó con los referentes de las principales barras del país, a partir de aquel insólito proyecto de "Hinchadas Unidas".
En los últimos meses, la actual barra de Belgrano protagonizó diversos escándalos, como el tremendo show de pirotecnia que desplegaron en medio de la popular en el clásico con Talleres, lo que puso en jaque al operativo de seguridad.
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Como siempre, la barra tampoco fue ajena a la puja que se desató al interior de la comisión directiva de Belgrano, que terminó con su presidente, Luis Artime, liderando una lista para su reelección, sin rivales directos, pero con varios heridos internos.
Fue en esos tiempos que en Alberdi aparecieron pasacalles con amenazas a algunos directivos.
Lo concreto es que, pese a que Ponce se había ido de la tribuna, la interna nunca aflojó. Antes y después de su "retiro", hubo amenazas y disparos contra la casa de él y de sus hijos.
El fiscal Guillermo González hace años que acumula expedientes que dan cuenta de toda esta situación. Pero detrás de los ataques, se escribe una sórdida disputa que aún no se plasma en las investigaciones judiciales. ¿Por qué se pelean realmente los barras en Córdoba? ¿Quiénes están detrás de estos millonarios botines? ¿Cuál es el origen de estos dineros?
En febrero pasado, Ponce publicó un video en el que anticipaba lo que iba a pasar. “Me cansé. ¿Ustedes quieren guerra? La van a tener. Yo voy a volver por la barra. Voy a buscar gente de todos los barrios, hasta los que están con ustedes porque nadie los quiere, porque no son nada. Traidores. Tengo los huevos bien puestos y ya me cansaron. Así que los vamos a encontrar y ahí, ustedes al cementerio y yo en cana. O al revés. Pero se terminó. Cuando entregué la barra no me metí más, pero ratas inmundas le fueron a decir a los dirigentes que no dejen entrar a los míos a la cancha, los agredieron, les sacaron los carnets, hablan mal de mí. Bueno, todo tiene un límite. Y ese límite se terminó”.
Desde entonces, Ponce, que durante 48 años habitó la principal tribuna del estadio de Alberdi, comenzó a rearmarse. Entabló diálogo con los referentes de las otras hinchadas y arrancó un trabajo de hormiga para atraer a sus viejos compinches, hoy en la barra "oficial" que lideran Minuet y Pavón y a la que Ponce apodó "la barra del CBU", en referencia a los supuestos negociados que habrían generado en los últimos tiempos.
Además del millonario presupuesto que la barra genera a partir del denominado "minuto 68", en el que se despliega un infernal show de fuegos artificiales y bengalas, "Los Piratas" también lograron montar su propio local comercial a pocos metros del estadio, donde también estacionan llamativas camionetas de alta gama.
Fue allí que en agosto pasado, dos sicarios en moto dispararon seis balazos que impactaron contra la fachada y un vehículo estacionado.
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A todo esto, en el medio de la puja por el control de la barra de "Los Piratas" siempre aparece un tercer grupo en pugna, con base en calle Igualdad. Una organización dispuesta a escuchar las propuestas de alianza de las facciones en disputa.
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