“Si te quedás, perdés”: vivir con esclerosis múltiple y no perder la sonrisa
A los 19, Macu fue diagnosticada con esclerosis múltiple. Hoy es mamá, odontóloga y ejemplo de fortaleza. Su historia inspira y demuestra que con amor y tratamiento, se puede.
23/04/2025 | 08:53Redacción Cadena 3
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Diversidad
Cuando la vida cambia en un segundo, no queda otra que respirar hondo, mirar para adelante y seguir. Así lo vive Macarena Barranza, Macu para sus conocidos, una mujer que recibió un diagnóstico de esclerosis múltiple a los 19 años y decidió transformar el impacto de la noticia en motor de vida. Su historia es un testimonio de lucha, resiliencia y mucho amor.
“Al principio te choca mucho el diagnóstico, te impresiona. Pero después, con tratamiento, podés llevar una vida normal”, contó con naturalidad a Diversidad. Su enfermedad autoinmune, la esclerosis múltiple, le fue detectada tras un fuerte dolor de cabeza que la llevó al neurólogo. Una resonancia magnética confirmó lo impensado: lesiones en el cerebro. Comenzaba un nuevo capítulo.
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Lejos de quedarse, como dice su lema personal, Macu se puso de pie. La clave, dice una y otra vez, está en el tratamiento. Y también en poder acceder a él: “Es fundamental que te lo garanticen todos los meses. Sin la medicación, el riesgo de brote es constante”.
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Los brotes pueden ser impredecibles. “La esclerosis múltiple es la enfermedad de las mil caras”, explica. En su caso, ha atravesado episodios de pérdida de fuerza en un lado del cuerpo, adormecimiento de la cara, e incluso una lesión en el cerebelo que la dejó sin equilibrio y con vómitos incontrolables. “Ese fue el peor. No podía manejar mi cuerpo”, recuerda, mirando de reojo a su compañero Martín, que estuvo a su lado desde el primer momento.
“Nos conocimos justo cuando se le descubrió la enfermedad. Pero cuando hay amor, todo se puede”, agrega Martín con ternura. Juntos cumplieron el sueño de ser padres: Emilia, “la Emi”, es hoy el motor de la vida de Macu. “A veces me levanto cansada, con los músculos pesados, pero la miro a ella y no me importa nada”.
Además de madre, Macu es odontóloga. Sigue ejerciendo su profesión con compromiso y pasión. “Mis pacientes me dicen ‘no se te nota nada’. Es que yo llevo una vida normal”, aclara. Aunque reconoce que a veces debe ausentarse unos días por un brote, su trabajo es una parte vital de su cotidianidad.
Con admirable claridad, Macarena destaca la importancia del acompañamiento médico. “Mi neuróloga, Susana Liwaki, y el doctor Piedrabuena fueron fundamentales. Me acompañaron durante todo el embarazo, incluso después. Durante la gestación, la enfermedad se ‘duerme’, y no es hereditaria, que es algo importante de aclarar”, dice, desdramatizando y educando al mismo tiempo.
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Además de esclerosis múltiple, Macu convive con ovario poliquístico y celiaquía. Su manera de tomar la vida es luminosa. “Si te quedás, perdés. Siempre hay que sacar fuerzas de donde no hay”, resume.
Cuando se le pregunta cómo le contará todo esto a su hija, se emociona. “Yo llevo una vida normal. A veces estamos más cansados, pero sé que Emi me va a entender. Es mi compañera, mi motor”.
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La historia de Macu es la de muchas personas que conviven con enfermedades crónicas y eligen no rendirse. Es también una invitación a mirar la salud con empatía, a entender la importancia de un diagnóstico temprano y un tratamiento garantizado. Y, sobre todo, es un recordatorio de que, con amor y voluntad, sí se puede.